La mayoría de las personas al escuchar diseño de interiores, piensan en la individualidad del proceso que implica la creación de espacios, basándose exclusivamente en el diseñador, quien es el rostro del trabajo y representa lo propuesto y llevado a cabo, pasando por alto, al equipo detrás de aquella mente, quien difícilmente aterrizaría todas sus ideas sin dicho equipo, conformado por personas de enriquecedora diversidad, cuyo funcionamiento se desarrolla como el sistema de engranaje de un sofisticado reloj suizo; cada parte cumple una función sumamente importante y es esencial para completar el trabajo.