Cuando nos acostamos y estamos nerviosos o estresados, solemos respirar más rápido de lo que se debe. Cuando sufrimos estrés o nerviosismo a la hora de irnos a acostar, la respiración se acelera más de lo normal, provocando que los niveles de gases que se concentran en en flujo sanguíneo (dióxido de carbono, oxígeno, etc.) no dispongan de las proporciones adecuadas. Por ello, tomar una respiración correcta, más lenta y más profunda, es el fin de la técnica 4-7-8, para conseguir que esa concentración de gases recupere sus niveles normales. Poniendo esto en práctica, el ritmo del corazón se desacelera, el cuerpo se relaja profundamente y el sueño se concilia en tan solo un instante.