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Los Beatles y ‘Get back’, la historia de una imagen

Los Beatles y ‘Get back’, la historia de una imagen
Los Beatles y ‘Get back’, la historia de una imagen

El trabajo de Jackson en Get Back es un ejercicio de lectura del filme de Michael Lindsay-Hogg de 1970. Es una lectura del material inédito que surgió de ese trabajo.

Magdiel
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1 de septiembre 2024

Magdiel Torres

Podría escribirse una historia de la fascinación que han despertado los Beatles. Una historia que iniciara desde que Astrid Kirchherr los descubriera en sucios antros de Hamburgo hasta el colapso de las plataformas que representó el lanzamiento de lo que se ha llamado “la última canción de los Beatles”: Now and Then. Sería la historia de una imagen, pero una imagen fragmentada, compuesta de otras imágenes que portarían su propio relato.

Se precisa de una distinción entre historia e Historia como ejercicio historiográfico. Una distinción entre Historia y relato, para construir con aquélla una narrativa autónoma. Un relato que apuesta más a la epopeya, a la leyenda, a elementos fantásticos más que a datos comprobables, imprescindibles dentro de un ejercicio historiográfico.

PETER JACKSON

Acaso por esta particularidad la elección de Peter Jackson como director de Get Back (2021), que recupera material de Let It Be (Michael Lindsay-Hogg, 1970), haya sido acertada. Jackson es famoso por la adaptación de la obra de J. R. R. Tolkien, la trilogía de El señor de los anillos y sus precuelas.

La adaptación no es ejercicio unívoco. Como todo procedimiento de diálogo conlleva un ir y volver de información por lo que adaptar es, a la vez, traducir, reescribir, reorganizar, reorientar y resignificar. Traducir porque se pasa de un género a otro y cada discurso defiende su autonomía. Reescribir porque en aras de respetar la autonomía discursiva del género, es preciso reelaborar los vacíos de significado que conlleva pasar de un discurso a otro. Reorganizar porque el relato que se cuenta en una obra cinematográfica no es necesariamente el mismo que el que se lee en una obra literaria, más allá del respeto por elementos puntuales como trama y personajes, por mencionar algunos. Reorientar porque la obra que es susceptible a la adaptación es fiel a su tiempo y el adaptador tiene que reorientar ese mensaje para ser fiel con su propio tiempo. Y, finalmente, resignificar, porque las premisas, aunque sobreviven en la obra, se resignifican con cada lectura.

LA LECTURA DE UNA IMAGEN

Por este motivo, el trabajo de Jackson en Get Back es un ejercicio de lectura del filme de Michael Lindsay-Hogg de 1970. Es una lectura del material inédito que surgió de ese trabajo. Pero, sobre todo, de la imagen o imágenes que se creó de ese documental, en particular, y de la historia de los Beatles y su separación, en general.

Cuando salió Let It Be en 1970 el documental mostró la ruptura del grupo. La cinta quedó en imaginario colectivo como un testimonio del malestar de los cuatro músicos entre sí. Es una evidencia de sus diferencias, de sus egos descontrolados. Se habla poco de la magia creativa de un grupo heterogéneo de artistas que partió en dos la historia de la música popular. La misión de Peter Jackson era cambiar esa imagen. Para eso, tuvo acceso a un archivo exclusivo. Pero, también, a la imagen incrustada en la cultura popular y a la naturaleza omnipresente que tiene todo clásico.

UNA IMAGEN ELABORADA EN EL CINE

Get Back cierra la filmografía de los Beatles. La Historia de la filmografía de los Beatles inicia en 1964 con A Hard Day’s Night (Richard Lester), sigue con Help! (Richard Lester, 1965) y continúa con Magical Mystery Tour (Los Beatles, 1967), Yellow Submarine (George Dunning, 1968) y Let It Be (1970). Durante mucho tiempo esta cinta fue considerada la última película de los Beatles. Por otro lado, resultaba el cierre perfecto de un relato que basa su fortaleza en episodios que muestran inicio, desarrollo y desenlace de un fenómeno. Let It Be era un episodio triste para los amantes de los Beatles y acaso para ellos mismos. Los mostraba quebrados y dolidos de una fama que ya les era adversa.

Pero Let It Be tenía un valor que se vislumbraba más allá del morbo. Obligada, por su condición de obra póstuma, a revalorar la filmografía de los Beatles. El cuarteto ya no era el mismo que iniciara lo que la prensa llamó “beatlemanía”. Las primeras cintas de Richard Lester se fortalecían en el carisma del cuarteto combinadas con la experiencia de Lester con cintas humorísticas. Pero Magical Mystery Tour fue un corte abrupto de esa tendencia. Si bien las primeras cintas fueron bien valoradas (incluso A Hard Day’s Night fue bien recibida más allá de los fanáticos del grupo, acaso por ser testimonio de un fenómeno que sobrepasaba al propio cuarteto) no dejaban de ser cintas que valían más por mostrar a los Beatles que por el relato que podría elaborar. Es decir, la imagen no construía su propia historia, se prestaba a una historia que le era ajena.

UN GIRO DE TIMÓN

Denostada en su tiempo, Magical Mystery Tour fue el primer intento de la rebeldía de una imagen, eran los Beatles tomando el timón para estrellarse. Sin embargo, así como la expedición a Egipto de Napoleón fue considerada un fracaso en su tiempo para después ser revalorada por lo que esa aventura trajo a Occidente, Magical Mystery Tour es considerada hoy una cinta de culto, lo que demuestra que hay naufragios necesarios y hermosos. La cinta tiene escenas que hubiera firmado Luis Buñuel, Alejandro Jodorowsky o los Monty Python.

Tras el aparente fracaso que resultó ser Magical Mystery Tour vino Yellow Submarine: la caricaturización de los Beatles. El cuarteto no tuvo mucho que ver con la cinta, lo que concuerda con la esencia de la caricatura como construcción de imagen. Lo único que parecía inalterable por intraducible era la música.

Let It Be fue otro giro de timón no sólo por anexar a la filmografía un género inédito, el del documental. Hay que señalar que ya se había experimentado con la ficción (en las primeras cintas) la ficción fantástica y surrealista y la caricatura. Ahora el documental registraba un hecho asombroso, aunque triste, la separación de un grupo legendario. No existía un testimonio fílmico del encuentro entre John Lennon y Paul McCartney. Tampoco de las veces que éste último se sentaba junto a George Harrison en el mismo autobús camino a casa cuando eran adolescentes y mostraban sus avances en la guitarra, pero sí habría una imagen inmortal del momento en que se pelean por un desencuentro creativo, cada quien con su instrumento. Pero, a pesar que el desencuentro fue real, todo tiene tintes de artificio porque en la vida, como en el arte, todo tiene una coda poco elegante.

GET BACK

Let It Be debe entenderse como un artificio dentro de la Historia de los Beatles. Fue, por mucho tiempo, su última película y también es considerado su último disco. No fue así en realidad. El último disco de los Beatles fue Abbey Road, grabado después de Let It Be, pero de aparición anterior. Imagine una sucesión de carátulas de los discos de los Beatles, al final se encuentra Let It Be porque, por circunstancias que no viene al caso colocar aquí, apareció primero Abbey Road y después Let It Be. Pero en esa secuencia habría que mover las últimas piezas y poner Let It Be antes que Abbey Road.

Esto da otro sentido a la imagen global de la discografía y filmografía Beatle. Esta es la lectura de Peter Jackson, un cineasta contemporáneo que es consciente de este desfase visual y que puede, desde esta corrección, reescribir la historia, el relato que todos los beatlemaníacos conocíamos y quienes ahora tenemos una historia que nos parece más creíble.

LA ESTRATEGIA VEROSÍMIL

Pero la verosimilitud no se construye en la verificación de datos historiográficos comprobables, sino en la correspondencia intrínseca de la narración. Es decir, no se trata de escribir la Historia de los Beatles desde un episodio específico: la ruptura del grupo, sino una historia de los Beatles, un relato. Hay un pacto en el que el espectador creerá al creador la historia que le cuenta, por más fantástica que esta sea, si es fiel a los lineamientos que se plantean y que, en muchas ocasiones, son ajenas al espectador y al creador mismo como el género, la tradición, las tendencias del momento, los personajes, etcétera.

De la misma manera que uno sabe que el cuadro que mira en el museo está delimitado por un marco, la obra plantea ella mismas sus límites. Dentro de ese marco todo es cierto. Jackson conoce, sobre todo, la Historia de una fascinación y ese es su marco. Ahí dentro construye su imagen y ésta cuenta una historia que es ajena a la Historia oficial, pero que no puede existir sin ella. Es un relato que parte de adentro para desarrollarse en un afuera porque ahí es donde puede saltar del cuadro y cobrar vida. La película de Jackson es un relato de procesos creativos, los de la banda más famosa del siglo pasado, pero también la de su propio proceso creativo y el de Michael Lindsay-Hogg y el de cualquiera que intente hacer algo distinto desde su propio género y con sus propias herramientas.

NOW AND THEN

Recientemente Now and Then logró conquistar el número uno en la lista de popularidad. Los Beatles se convirtieron en la banda con el periodo de tiempo más largo entre dos números uno, The Ballad of John and Yoko de 1969 y Now and Then de 2023, y el periodo de tiempo más largo entre su primer número uno y el último, pues su primer éxito data de 1963, hace 60 años. Peter Jackson tuvo mucho que ver en este fenómeno, pero no sólo por la tecnología empleada en Get Back que hizo posible la creación de la canción y el documental, sino por arriesgarse a construir un relato desde los fragmentos: piezas inéditas desechadas de un documental primigenio, historias no contadas que se conocieron después del Let It Be y la lectura fragmentaria que se tiene de todo fenómeno y de todo clásico.

Para construir ese relato era necesario no creer la mentira que Let It Be quiso vendernos: que los Beatles se habían separado. Jackson entendió que los Beatles nunca se separaron, que nadie se había tragado ese cuento, que los Beatles ya no se pertenecían a sí mismos, que la fascinación que Astrid Kirchherr capturo en los sucios antros de Hamburgo colapsó las cámaras fotográficas, que la imagen había salido del cuadro y que sigue andando autónoma como hoy todavía podemos dar cuenta de ello.

MT

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