La complejidad hoy radica en construir sociedades donde puedan presentarse múltiples concepciones razonables de manera simultánea, sin caer en el riesgo de romper los niveles básicos de convivencia
Amós García Montaño/Presidente de Desde Desarrollo y Derechos, A.C. y Consejero del Observatorio Ciudadano de Querétaro.
Actualmente, observamos grupos que se exponen a la opinión pública cuando antes no lo hacían, resistiéndose a integrarse en el todo, en el mainstream de la sociedad. Colectivos LGBT, religiones minoritarias, ambientalistas, grupos antiaborto – por ejemplo – se manifiestan y confrontan cada vez de manera más abierta en escenarios reales y virtuales.
No obstante, los resentimientos crecen, sobre todo en los extremos de los espectros. Por un lado, están quienes insisten en que las minorías deben dejar de exigir ‘derechos especiales’, debiendo asimilar los valores dominantes en la sociedad; por el otro, están quienes acusan a las mayorías de presionar hacia la erradicación de expresiones divergentes.
La complejidad hoy radica en construir sociedades donde puedan presentarse múltiples concepciones razonables de manera simultánea, sin caer en el riesgo de romper los niveles básicos de convivencia. Es decir, vivir en escenarios donde la coexistencia de opiniones no provoque rupturas insalvables, sino que abone a la construcción de acuerdos sólidos.
El concepto central es la razonabilidad. Ser razonable significa justificar una conducta en términos de principios que el resto de integrantes de la sociedad también puedan apelar para sustentar sus pensamientos. En otras palabras, discutir razonablemente implica identificar mínimos denominadores comunes en mí y en la otra persona, aquellos fundamentos primordiales que nos acerquen como seres humanos, para entonces – desde esos cimientos universales – construir acuerdos que a todas y todos nos hagan sentido.
En un mundo dominado por el encono, esta búsqueda de razonabilidad parece casi perdida. No obstante, al reflexionar sobre la naturaleza humana llegamos fácilmente a identificar elementos comunes a nuestra esencia: la libertad, la justicia, la alimentación, la salud, las necesidades de afecto, comprensión, respeto y expresión sexual. En síntesis, todo aquello conocido como Derechos Humanos, los cuales deben integrarse cada vez más a la conversación cotidiana para ayudarnos a avanzar hacia niveles más elevados de armonía y convivencia.
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