Hace ya doscientos cincuenta años que los queretanos lo disfrutan, aunque con el paso del tiempo ha ido perdiendo, irremediablemente, su tradicional tranquilidad.
Para celebrar el primer centenario del inicio de la gesta independentista nacional, se decidió retirar de ahí el mercado de San Antonio, que era llamado así porque en ese mismo espacio se ubicó la huerta del convento del mismo nombre. De hecho, desde su territorio, aunque alguna cúpula ya ha desparecido, se observa la principal y la torre de ese importante templo administrado por la orden franciscana.
Para dar lugar al monumento que rendiría tributo a doña María Josefa Ortiz Téllez-Girón, las autoridades de la época trasladaron la fuente de Neptuno, instalada en la esquina de donde partían las naves del mercado, hasta otro punto citadino, a la vera de Santa Clara. Y ahí crearon el jardín que con el paso del tiempo acabó por ser conocido por los queretanos como ‘de la Corregidora’.
El bello monumento dedicado a la heroína nacional, surgido de un concurso organizado con ese propósito, fue edificado, se dice que por instrucciones del mismísimo Porfirio Díaz, por el Ing. Carlos Noriega, e inaugurado el 13 de septiembre de aquel lejano 1910.
Siempre ha existido la duda, y también la controversia, acerca de la existencia original de una espada en la mano del esclavo que, desde la base de la alta columna, observa la cúspide con la figura de doña Josefa que enarbola una antorcha libertaria en alto. Desde siempre, las diferentes generaciones de queretanos se han hecho la misma pregunta al observar sólo el mango empuñado por la figura en bronce.
En los costados del histórico monumento, se descubren tres bajo relieves donde aparecen las figuras de don Miguel Hidalgo y don Ignacio Pérez, personajes centrales de la lucha libertaria, además de una cerradura que hace evidente la idea de que a través de ella se dio la instrucción para el aviso de que la conspiración había sido descubierta. Y en la fachada principal de la estructura una leyenda que reza ‘a la Corregidora de Querétaro Josefa Ortiz de Domínguez’, haciendo oficial el generalizado error de darle a la heroína un cargo, el de corregidora, que nunca tuvo.
Pero sin duda lo que siempre representó el atractivo principal del jardín son las cuatro águilas, que sobre cañones y banderas, extienden al aire sus imponentes alas, fundidas en bronce, como el resto de las figuras, en Alemania. Esas águilas representaron siempre un referente para los habitantes de una ciudad mucho más pequeña que la que ahora vivimos; ahí nos trepamos siempre los niños, y ellas le dieron nombre a las fotografías ‘de aguilita’, que ahí tomaban aquellos fotógrafos callejeros que un día de ese sitio partieron para, con el paso de los años, desaparecer para siempre.
Mirando las fotografías antiguas de Querétaro, con las bellas fachadas originales de los inmuebles que circundaban el jardín y con las calles hoy llamadas Corregidora y 16 de Septiembre empedradas, no deja de dar cierta pena. Hoy, aunque el monumento por fortuna se mantiene en pie, e incluso fue recientemente restaurado, las lonas, los puestos, las techumbres y los insistentes ofertantes de comida, no dejan de denigrar un espacio tan entrañable para ese Querétaro que se transforma sin remedio.
Doscientos cincuenta años observan al llamado Jardín Corregidora, con sus águilas intensamente queretanas.
Por: Manuel Naredo