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Desde el año de 1998, he tenido la devoción y la tradición de acudir año tras año a la celebración de la Misa Crismal en la Catedral de Querétaro; aún recuerdo la primera ocasión que acompañe al entonces párroco de San Juan Bautista en San Juan del Río, el padre Francisco Herrera Martínez en un … Leer más

27 de marzo 2016

Desde el año de 1998, he tenido la devoción y la tradición de acudir año tras año a la celebración de la Misa Crismal en la Catedral de Querétaro; aún recuerdo la primera ocasión que acompañe al entonces párroco de San Juan Bautista en San Juan del Río, el padre Francisco Herrera Martínez en un Jueves Santo a esta celebración, para mí fue impresionante ver la solemnidad con que se realizaban los ritos, y sobre todo la gran devoción de muchas personas que acudían a la Catedral. Era complicado asistir para muchos sacerdotes ya que la celebración como ya lo comente se realizaba en Jueves Santo, actualmente y como sucede en muchas diócesis del mundo se realiza el Miércoles Santo, facilitando a los sacerdotes acudir a esta ceremonia.

Aún recuerdo en la primera ocasión que asistí ver a Don Mario de Gasperín, ahora Obispo Emérito de Querétaro, presidir esta celebración y algo que se me quedo muy presente en aquella primera vez, fue la bella música litúrgica que se interpretaba en esa ceremonia. Recuerdo que durante la comunión el coro interpreto el famosísimo himno eucarístico “Cantemos al amor de los amores”, himno compuesto para el Congreso Eucarístico Internacional de Madrid de 1911 y que al final de ser cantado el organista de aquella ocasión realizo una improvisación maravillosa sobre la melodía de ese himno.

En años posteriores cada celebración ha tenido una característica diferente, incluso se han realizado adaptaciones a la liturgia de ese día que la vuelve más solemne, como por ejemplo el rezar los laudes antes de la celebración de la misa.

Es espectacular la interpretación que se realiza por el coro que acompaña a la celebración, sobre todo cuando participa el coro del Conservatorio de Música Sacra de la Diócesis de Querétaro, toda una institución musical en el centro de nuestro país y con más de cien años de existencia. Parte esencial de la celebración es la homilía del Obispo de la diócesis, que siempre toca temas importantísimos para los sacerdotes de la diócesis.

Este año, algo que llamo la atención fue la solemnidad con que se desarrolló la ceremonia, gracias a la labor que realiza atinadamente el señor Presbítero Licenciado Israel Arvizu Espino, quien como ceremoniero ha realizado un trabajo digno de reconocer por conservar el desarrollo de la liturgia de manera correcta.

Algo que pude realizar este año durante la Misa Crismal, fue visitar la zona denominada como coro alto, lugar donde se coloca el coro para entonar los cantos litúrgicos de la ceremonia y en donde se encuentra el órgano tubular de este lugar. Pude acceder a este lugar gracias a la invitación del maestro organista José Francisco Álvarez quien me permitió acompañarlo en esta ocasión. Siendo sincero es la primera ocasión que puedo subir a este lugar, pero gracias a ello pude conocer algunos otros espacios de este magnífico templo, corazón de la Diócesis de Querétaro y uno de los lugares con más historia en la ciudad capital.

Es de mencionar que la Diócesis no posee desde su erección con una catedral, siempre ha ocupado para este fin diversos templos de la ciudad capital. La primera catedral fue la actual Parroquia de Santiago, anterior templo de los Jesuitas; posteriormente fue catedral el templo de San Francisco hasta 1911, luego fue catedral el templo de la Congregación de Clérigos Seculares de Santa María de Guadalupe y finalmente el templo de San Felipe Neri, donde actualmente es la Santa Iglesia Catedral de Querétaro. Dicho templo fue consagrado por el Presbítero Miguel Hidalgo y Costilla, iniciador del movimiento de la Independencia Nacional.

Para ingresar al coro alto, subí por las criptas, mismas que se encuentran adosadas en algún espacio de lo que era el ex – convento, ahí pude observar los espacios donde se encuentran sepultados los anteriores obispos de la diócesis, algunos canónigos y algunos grandes sacerdotes como Monseñor Salvador Septién o los Padres Velázquez y Conejo, que fueron grandes músicos en su tiempo. Al subir contemple desde lo alto lo maravilloso del templo, la bella arquitectura y sobre todo la magnífica ornamentación del templo.

Me llamo la atención dos elementos interesantes en las criptas, primeramente que se conservan restos de mártires romanos, reliquias que fueron traídas a finales del siglo XIX y que son restos de santos; y un segundo elemento fue ver los sepulcros de los padres del Oratorio de San Felipe, quienes edificaron el templo y quienes vivieron ahí hasta las leyes de Reforma. Es sin duda un lugar donde la historia se detiene.

Es mucho lo que se puede escribir, es hablar de personajes que han servido ahí, de pinturas y de muebles, de esculturas y de vestiduras sagradas, sin embargo estimado lector, quisiera que usted visitara este digno lugar de la ciudad capital y digno corazón de la Diócesis de Querétaro.

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