Sin pretender desconocer la importancia que el secreto profesional tiene en el desarrollo de la práctica profesional de la psicología, la obligación de guardar secreto profesional no es ni puede ser considerada absoluta, ya que no constituye en sí una ley principal, sino una recomendación moral, un medio, un instrumento para la defensa de la intimidad de las personas. Si el medio se convirtiera en absoluto, caeríamos en situaciones en las cuales el mismo fin podría ser afectado.