Imágenes de niños y adultos sufriendo han llenado las portadas de los medios, en las últimas semanas. Esto es un desafío para nuestra sociedad de ‘bienestar social’, que rápidamente se olvida del sufrimiento de esas persona. ¿Qué nos podrá sacar de esta indiferencia?
1. La indiferencia, mal de nuestros días.
La globalización de la información nos trae cada día centenares de rostros llenos de dolor. Son las noticias de tragedias que ocurren en los cinco continentes: víctimas de guerra, del terrorismo, del secuestro, de la migración, de las hambrunas, de los terremotos, etc. Y quizá por eso, ya nos acostumbramos a ver rostros con lágrimas, y peor aún, su dolor ya nos resulta indiferente.
2. Una Vigilia por los que sufren.
Pensando en tantas personas que experimentan el dolor en sus vidas, el pasado 5 de mayo, el Papa presidió, en la Basílica de San Pedro, la Vigilia de oración para todos aquellos que tienen necesidad de consuelo.
Francisco atendió a los relatos de tres grupos de personas que habían sufrido en el pasado. Entre ellos estaba la familia Pellegrino, afectada por el suicidio de un hijo; un periodista católico de Pakistán que se vio obligado a huir de su país para asegurar la vida de su familia; y unos hermanos que perdieron el sentido de la vida en su juventud. (La Hora, Ecuador, 5 mayo 2016)
3. Lágrimas.
El Pontífice argentino los abrazó a todos ellos, tras escuchar sus historias. Y en su homilía recordó “cuántas lágrimas se derraman a cada momento en el mundo; cada una distinta de las otras; y juntas forman como un océano de desolación, que implora piedad, compasión, consuelo.”