La principal corrupción reside en la trampa de no designar a los mejores maestros. De nada sirven los exámenes para ingresar en el sistema educativo, si los gobernadores de cada estado, sus funcionarios y el sindicato imponen, de manera mañosa, a los que van a ocupar una plaza. Para los que quieren una plaza, el requisito es pagar con “favores”. Todos los que trabajan en la educación lo saben.