Nos volteamos a ver, con miradas de dolor, sufrimiento y angustia. Porque tú me importas, mi hermano, y tu familia es la mía, no seré ajeno a tu dolor. Hoy me uno a ti, paisano, mirándote directamente a los ojos y diciendo “México te quiero, y mucho”. La muerte trae dolor, porque significa el término del ciclo de vida, como la conocemos habitualmente. Este hecho doloroso imposibilita el seguir funcionando como hasta ahora lo veníamos realizando. La reflexión, cuestionamiento y autocritica se hacen presente, para plantearnos el resurgimiento de una nueva realidad. Nos costó más de 300 hermanos, enterrados y desaparecidos, el hacer consciencia y activar nuestra solidaridad incondicional. ¿Cuánto nos costará mantenerla?, ¿qué estás dispuesto a pagar para mantener la llama de la ayuda, empatía y solidaridad?