Nuestra mejor esperanza quizá es el clima.
Durante mucho tiempo, muchas personas creyeron que era un error usar el clima como evidencia del cambio climático. Los patrones meteorológicos contienen mucha aleatoriedad. Incluso mientras la Tierra se calienta y el clima extremo se vuelve más común, algunos años son más fríos y más calmados que otros. Si argumentas que el cambio climático está causando alguna tendencia meteorológica, un negacionista del clima podría responder haciendo grandes afirmaciones acerca de una nevada reciente.
Sin embargo, el clima aún tiene una gran ventaja respecto de cualquier otro argumento sobre la urgencia del cambio climático: experimentamos el estado del tiempo. Lo vemos y lo sentimos.
No es una serie compleja de datos en un estudio académico o un informe emitido por el Gobierno. No es una medida del nivel del mar o de la profundidad del hielo en un lugar en el que jamás has estado. Está justo frente a ti. Aunque los patrones climáticos tienen mucha aleatoriedad, en efecto están cambiando. De eso se trata el cambio climático: cambia el clima.
Quería escribir mi última columna de 2018 sobre el clima como una suerte de súplica: en medio de todo lo demás que está pasando, no pierdas de vista la historia más importante del año.
Sé que había mucha competencia por ese título, incluyendo a algunos contendientes más evidentes, como el presidente Donald Trump y Robert Mueller. No obstante, nada más tiene la importancia del saldo creciente y los enormes peligros del cambio climático. Me preocupa que nuestros hijos y nietos un día nos pregunten, con amargura, por qué pasamos tanto tiempo distraídos por asuntos menos relevantes.
La historia del cambio climático en 2018 fue complicada, abrumadoramente negativa, pero con dos razones para sentir esperanza. Lo malo y lo bueno también estuvieron relacionados: gracias al clima cambiante, más estadounidenses parecen estar dándose cuenta del problema.
Comenzaré con las partes alarmantes de la historia. El año pasado se puede convertir en el cuarto más cálido jamás registrado en la Tierra, y los cinco años más cálidos han ocurrido desde 2010. Este calentamiento ahora está comenzando a provocar muchos estragos.