Nosotros, el pueblo con nuestro poder representado por la nueva Cámara de Representantes que el jueves juró guardar la Constitución, tenemos que ir a fondo e investigar. Tenemos que denunciar a los ladrones, incompetentes y traidores que venden su país en una Casa Blanca de sinvergüenzas.
Tenemos que evidenciar los delitos morales: personas financiadas por los contribuyentes que permiten que los niños mueran cuando están a su cuidado. Un secretario de Estado que consiente a un reino que destaza a un periodista con una sierra eléctrica. Una oficina de prensa que encubre a un presidente que casi no puede pasar una hora sin decir mentiras.
Tenemos que frenar a un jefe infantil que priva de sus salarios a 800 mil empleados gubernamentales, muchos de los cuales ahora han dejado de pagar sus hipotecas. Tenemos que recordarle a la gente que un berrinche del presidente Donald Trump implica que la basura se va a desbordar y nuestros parques nacionales estén inundados de excremento: una imagen que encaja con lo que este incompetente le ha hecho al país.
Pero también tenemos que reír.
Nunca antes una persona tan tenebrosamente cómica había ocupado la Casa Blanca. ¿Quién le dice a un niño de siete años en Nochebuena que todo esto de Santa Claus podría ser un fraude? ¿Quién llega al nuevo año con un tuit en LETRAS MAYÚSCULAS exhortando al pueblo a que se tranquilice? ¿Qué clase de presidente pone un cartel con su fotografía en una mesa durante una reunión de gabinete?
Quién más puede ser sino el genio firme, el hombre de los aranceles, el presidente con calificación de 100. Trump ha provocado más risas el año pasado, sin duda alguna, que cualquier otro político en la historia. El mundo entero se burló de él en Naciones Unidas.
¡Les digo que esta es nuestra mejor arma! Por ejemplo, Mark Twain dijo: “Nada puede resistir a un ataque de risa”. Fíjense lo que hicieron los escoceses, quienes recibieron a Trump el año pasado con un bebé inflable anaranjado de seis metros en pañales, sosteniendo un teléfono celular. Un escocés llamó a Trump “mono de dedos cortos con cara de Cheeto y ropa de hurón”.