Hace poco me permití exponerle a Usted, que me hace favor de leerme, sobre mi amor con Querétaro. Hemos atravesado por etapas que tienen todas las relaciones afectivas, pasando por enamoramientos de juventud hasta alcanzar el amor adulto.
Y porque cuando uno está enamorado siempre quiere estar hablando de ese ser querido, así yo, eterno enamorado de nuestro Querétaro, me veo en la necesidad de seguir compartiendo, en la calidez de este espacio, parte de mi sentir por la ciudad, con la esperanza de que Usted también se enamore de ella, quiera conocerla mejor y preservarla para generaciones futuras.
Lamentablemente, conocer a una persona requiere tiempo y atención, hoy por hoy nuestra rutina diaria transcurre mayoritariamente en espacios privados, inmersos en las actividades que nuestro sistema político-económico establece como prioritarias.
Encerrados en burbujas que no permiten observar el exterior ni que éste incida en nuestras actividades. Un claro ejemplo de ello fue que en estos días de calor, estuve encerrado en un edificio con aire acondicionado, por lo que no noté el calor que había afuera, al salir ya estaba oscuro y el calor se había ido.
Sin embargo, Querétaro está afuera y por ahora estamos viviendo un amor a distancia en el que la rutina no nos permite experimentar la calidez que la ciudad nos ofrece. Personalmente extraño los tiempos de mi niñez cuando mis propios conciudadanos(as) no representaban una amenaza.
Me entristece darme cuenta que la vida pública queretana se ha vuelto apática, acelerada, egoísta y en ocasiones hostil. Nuestra vida privada ha distorsionado la percepción de lo público haciendo que nos enfoquemos solo en nosotros mismos.
Y cuando por fin prestamos atención, nuestra ciudad es distinta: un nuevo bache, un nuevo puente, una jacaranda menos…
Vale la pena reflexionar qué tanto la ciudad moldea nuestra personalidad. En ese desequilibrio entre nuestra vida pública y nuestra vida privada, podríamos afirmar que no tenemos tiempo para lo público porque lo privado nos absorbe.
Me parece que lo maravilloso del amor es la libertad de ser uno mismo, sin pretensiones ni máscaras, frente al otro(a). ¿Qué tanto es Usted mismo(a) en Querétaro?