Los acontecimientos de las últimas semanas acabaron con la credibilidad que todavía podía quedarle a Donald Trump en cuanto a sus políticas económicas. Y los inversionistas están celebrando. A estas alturas, la evidencia de que los tuits de Trump son mucho ruido y pocas nueces es, en efecto, una buena noticia. Revisemos lo que pasó. … Leer más
Los acontecimientos de las últimas semanas acabaron con la credibilidad que todavía podía quedarle a Donald Trump en cuanto a sus políticas económicas. Y los inversionistas están celebrando. A estas alturas, la evidencia de que los tuits de Trump son mucho ruido y pocas nueces es, en efecto, una buena noticia.
Revisemos lo que pasó. Primero, tras hacer todo lo posible para celebrar un nuevo acuerdo comercial con México y Canadá —un acuerdo que era muy similar al existente, pero al que Trump podía ponerle su nombre— básicamente dinamitó su postura amenazando con imponer nuevos aranceles salvo que México hiciera algo sobre cuestiones fronterizas que no tenían nada que ver con el comercio.
Obviamente, esto debilita, si no es que destruye, la capacidad de Trump de negociar acuerdos futuros, ya sea sobre comercio o cualquier otra materia. Después de todo, ¿qué caso tiene celebrar acuerdos con un gobierno que reniega de sus promesas siempre que se le da la gana?
Pero entonces, apenas una semana después, Trump canceló todo a cambio de que México declarara que tomaría… medidas que había acordado hacer meses antes.
No sabemos exactamente qué causó que Trump reculara, pero una buena conjetura es que las advertencias de los fabricantes estadounidenses —horrorizados ante la posibilidad de que el berrinche de Trump por los aranceles afectara sus cadenas de suministro— por fin llegaron al Despacho Oval, o al campo de golf, o doquiera que estuviera el presidente cuando por fin llegaron a sus oídos.
Ahora bien, es bueno no tener una guerra comercial destructiva, pero lo que el mundo aprendió de este retroceso es que las amenazas de Trump son tan vacías como sus promesas.
Un comentario aparte: seguramente los acontecimientos recientes redujeron las posibilidades de que el Congreso apruebe el T-MEC, el sustituto del TLCAN negociado por Trump.
Los demócratas en la Cámara de Representantes ya están renuentes a aprobar la legislación habilitadora, que le daría a Trump algo de qué vanagloriarse, salvo que obtengan concesiones serias sobre temas que les importan, como los derechos laborales.
La réplica de Trump fue una amenaza con retirarse del TLCAN sin ningún sustituto. No obstante, eso tendría efectos económicos catastróficos, que se expandirían al año electoral. Tras el retroceso de la semana pasada, ¿quién cree que lleve a cabo esa amenaza?
Por supuesto que Trump no estaba feliz con las noticias que acertadamente describieron su acuerdo con México sobre los migrantes como la hamburguesa de nada (¿o el taco de nada?) que en realidad era. Así que además de vociferar contra las “noticias falsas”, presentó una afirmación totalmente nueva: “¡MÉXICO CONVINO EN COMENZAR A COMPRARLES DE INMEDIATO GRANDES CANTIDADES DE PRODUCTOS AGRÍCOLAS A ESOS GRANDES PATRIOTAS QUE SON NUESTROS GRANJEROS!”.
Esta afirmación incluye algunas peculiaridades, a pesar de la persuasión adicional que siempre viene cuando UNO HACE AFIRMACIONES EN MAYÚSCULAS.
Al igual que muchos tuits de Trump, en realidad se lee como una traducción torpe del original ruso (¿“grandes patriotas que son nuestros granjeros”?). Siendo más exactos, el acuerdo oficial no incluía nada sobre agricultura. Eso, en el nivel más elemental, era algo que el gobierno mexicano no podía cumplir, incluso de haberlo querido.
Algunos lectores tal vez recuerden que hace unos meses China trató de evitar un conflicto comercial con la promesa de comprar diez millones de toneladas de soya estadounidense. La estratagema no funcionó, pero al menos era viable: las empresas propiedad del Estado constituyen una enorme parte de la economía china y basta con que Pekín les ordene que adquieran cosas. México, en cambio, es una economía de mercado, en la cual el sector privado, no el gobierno, decide cuánto maíz de Iowa puede importar.
Entonces, ¿Trump estaba confundiendo a México con China? ¿Se le olvidó que el acuerdo con China que estuvo publicitando hace meses se vino bajo? ¿Cómo saberlo?
No obstante, lo que está claro es que en lo que respecta a la política comercial —su tema insignia— el presidente de Estados Unidos está demasiado confundido para saber qué está pasando. Y uno pensaría que esto preocuparía a los inversionistas.
Pero, como dije, los mercados parecen estar celebrando: mientras escribo esto, los mercados bursátiles están al alza, mientras que las tasas de interés a largo plazo —un mejor barómetro de las opiniones de los inversionistas sobre las perspectivas económicas— ya no están en sus niveles bajos recientes. ¿Qué está pasando?
La respuesta, yo sugeriría, es que los mercados financieros en esencia están descontando las diatribas de Trump; han dejado de tratar las pruebas de su ineptitud para el cargo como noticia.
Sí, la comprensión en materia de políticas de Trump es nula. Sí, sus tuits molestos nos recuerdan todo el tiempo su egomanía e inseguridad, pero ya hace tiempo que lo sabíamos, la personalidad de Trump ya está más que sopesada.
Más bien, lo que los inversionistas quieren saber es hasta qué grado las fallas de su carácter darán como resultado políticas económicas destructivas. En términos jurídicos, Trump enfrenta considerablemente pocas limitantes: la ley estadounidense en materia de comercio le otorga al presidente una enorme discrecionalidad para imponer aranceles según su voluntad, y dado que tenemos un Senado débil, hay muchas otras cosas que puede hacer en nombre de la seguridad nacional.
Sin embargo, a partir de ahora, los mercados parecen estar apostando a que sus tuits hablan mucho, pero hacen poco.
¿Esa es una buena apuesta? Tengo mis reservas.
La guerra comercial con China todavía parece estar en curso, y puede que siga Europa. En términos más generales, cuando se tiene un presidente que busca atención, ignorar sus excentricidades bien podría provocarlo a actuar de manera todavía más extrema. No obstante, por ahora, los inversionistas están tratando a Trump, en la práctica, como alguien loco, pero inofensivo. ¿No les parece que Estados Unidos es grandioso?