El hecho de vivir en una ciudad no significa que se tenga caos, crisis, desorden o un mal vivir. Aunque esa es una percepción que, en muchas ciudades del mundo, se da como algo normal y cotidiano. En nuestro diario vivir por la ciudad experimentamos las deficiencias o aciertos en programas, obras de infraestructura o acciones, que afectan la percepción sobre lo eficaz o no, de estar en una ciudad, de manera diaria.
Creo que todos podemos calificar lo fácil o difícil que es transportarse en una silla de ruedas, llevar una carriola por las calles, tomar un transporte público, tener luz, agua, servicios básicos, tener una colonia segura, viviendas adecuadas y, hasta algo trivial como transportar una maleta por las calles, nos podría dar una calificación de las ciudades.
Se entiende que lo que se mide, se puede mejorar. Los funcionarios de las ciudades no solo deben enfocarse en atraer inversores, o negocios, para elevar el “nivel económico”, deben enfocarse en tener una agenda estratégica en todas sus dependencias, para comenzar a diagnosticar, medir, evaluar y después proponer políticas públicas que mejoren lo mencionado en el párrafo anterior; eso es mejorar por una ‘calidad de vida urbana’, cuando el conjunto de necesidades ciudadanas, están continuamente monitoreadas para saber el nivel de satisfacción como individuos, colonias y comunidades.
Como comentaba, lo interesante es tener parámetros de medición, o metodologías que den por resultado indicadores que muestren el mejoramiento de los ciudadanos en su vivir cotidiano. Además de ser herramientas para la toma decisiones.
Una base importante para comenzar a generar calidad de vida es la transparencia en la gestión del espacio público, donde se puede elevar el común de todos los habitantes, y que de manera progresiva se vaya mejorando, nunca disminuyendo, tal como, las áreas verdes protegidas y espacios públicos. Es decir, la base de una calidad de vida es primero delimitar, tener certeza geográfica y jurídica, lo que a veces se deja para el último, cuando ya no hay espacio para el beneficio común.