Tenemos a gente que pone lo poco que le queda por ayudar a sus empleados, a sus clientes, a los médicos y enfermeras que ponen en peligro su integridad
Carlos Olguín
La semana pasada hablábamos de la pérdida de más de 370 mil empleos en el sector formal de las 22 millones de personas que cotizan en el seguro social. Aunque la población económicamente activa en el país ronda casi el cuádruple de esos 22 millones, esta cifra sólo cubre a los trabajadores “formales”, el resto son informales: taxistas, dueños de tienditas, vendedores ambulantes, tianguistas, personas que trabajan prestando servicios de albañilería, carpintería, plomería, personal de limpieza, etc.
Desgraciadamente, no podemos saber cuántas de estos trabajadores han perdido su ingreso debido a que no hay datos sobre ellas, sin embargo, basta con platicar con ellos y ellas sobre esta situación para darnos cuenta de la gravedad económica que estamos enfrentando.
Sin afán de causar alarmismos, sino más bien invitándolos a que tomemos precauciones, al día de ayer, la cifra de desempleados ya estaba rondando los 500, 000. Es decir, casi 130 mil empleos menos en una semana.
Los especialistas afirman que esa cifra se puede casi triplicar, lo que nos pondría en un escenario demasiado complicado. Algunos economistas han sostenido que el nivel de recuperación, a diferencia de crisis pasadas, será rápido. Yo tiendo a pensar que efectivamente será rápido, pero no para todos los países. Estados Unidos, Alemania, China, Japón, que son economías fuertes, lograrán reponerse pronto, pero no lo creo así para Latinoamérica y específicamente para México: debemos prepararnos para oootra recesión. Una vez más tendremos que sobreponernos a un escenario adverso.
En medio de todo esto, tenemos a empresarios de los ramos farmacéuticos, médicos, químicos, de limpieza lucrar en medio de una contingencia. Buscan ganancias desmedidas, sin importar que por esas ganancias se puedan perder vidas. Por otra parte, tenemos a gente que pone lo poco que le queda por ayudar a sus empleados, a sus clientes, a los médicos y enfermeras que ponen en peligro su integridad para cuidar de los que los necesitan, todo pese a los excesivos precios de los cubre bocas, los guantes, el alcohol en gel y las pruebas del COVID19. En fin, tenemos una muestra de la lucha entre un despiadado capitalismo y un humanismo indefenso durante estos tiempos de pandemia.
Y como si el horno estuviera para bollos, tenemos al senado de USA que abriendo una investigación formal contra el gobierno chino, para descartar teorías conspiracionistas. A ese movimiento se suman más países, lo que en todo caso únicamente podría traer como consecuencia más desgracias, porque en el caso de que se descubra que fue a propósito, el resultado no va a ser una cura, sino una guerra, que sólo podría empeorar más las cosas con un presidente como Trump, pues podría iniciar una guerra con un solo tuit.