Hablar de las farmacias, es hablar de una gran tradición en San Juan del Río, es hablar de varios personajes que durante mucho tiempo han atendido a los sanjuanenses de muchas generaciones en sus enfermedades
Francisco Pájaro Anaya/Columnista
El día de ayer se conmemoró el Día del Farmacéutico, una fecha que pasa por muchos desapercibidos y que incluso no aparece normalmente en los calendarios de los festejos. La fecha se establece en la festividad de los santos católicos Cosme y Damián, ya que ambos se dedicaron a lo que sería el antecedente del ser farmacéutico ejerciendo la medicina y dando medicamentos o sustancias para la curación de enfermedades.
Hablar de las farmacias, es hablar de una gran tradición en San Juan del Río, es hablar de varios personajes que durante mucho tiempo han atendido a los sanjuanenses de muchas generaciones en sus enfermedades y que en conjunto con los médicos, son los responsables de la salud de muchas personas en nuestra ciudad.
Vale la pena recordar lo que es una farmacia que proviene del griego φάρμακον /fármakon/, ‘medicamento, veneno, tóxico y la definimos es la ciencia y práctica de la preparación, conservación, presentación y dispensación de medicamentos; también es el lugar donde se preparan, dispensan y venden los productos medicinales. Esta definición es la más universal y clásica, que se solapa con el concepto de Farmacia Galénica (Galeno fue un médico griego del siglo II, experto en preparar medicamentos).
En los primeros siglos de la existencia de la ciudad de San Juan del Río, al crearse el Hospital de San Juan de Dios, mismo que fue destinado a la atención de los enfermos del pueblo y los que pasaban por el Camino Real de Tierra adentro, contó con una farmacia para dar los soluciones y los remedios a los enfermos; así mismo en el Monasterio del Beaterio de Nuestra Señora de los Dolores, las religiosas desde la fundación de este lugar hasta la fecha, poseen un pequeño establecimiento para uso interno, que pudiera ser considerado como una farmacia en donde se tienen diversas sustancias y hiervas que sirven para atender a las enfermas del monasterio; vale la pena recordar que fueron las religiosas de este lugar las que enviaron sustancias y preparaciones para el presidente Juárez quien venía huyendo de la Ciudad de México, durante la intervención francesa y quien al llegar a esta ciudad venia enfermo y fue atendido de esta manera por las religiosas.
Recordamos ahora farmacias como “La Cruz Blanca”, “La Guadalupana”, “La Botica de Jesús”, “La Azteca”, “La Regina”, todas ellas con personajes como Don Reynaldo Peña, Don Cándido Pérez, Don Ernesto y Don Lupe Callejas, Don Jesús Badillo y Don Cástulo Badillo, y muchos otros personajes que por años atendieron a los sanjuanenses con chiqueadores, espíritus, pomada de pan puerco, agua de rosas, cremas, ungüentos, infusiones, jarabe de granada, o con medicamentos propios de la época y que fueron tan comunes como los jarabes vitamínicos para los niños o las pastillas para el susto. Así en las farmacias sanjuanenses encontrábamos casi todo para curarse. De esas farmacias son pocas las que ahora quedan, entre ellas mi señor padre que posee cincuenta y seis años de farmacéutico y que con su trabajo ha logrado atender a muchos sanjuanenses en cuestiones sanitarias en el referente a medicamentos. A todos los farmacéuticos les damos las gracias en el día que se les dedica a ellos.