Lo vemos en ejemplos como la consulta popular para enjuiciar expresidentes, en la intención de extinguir los fideicomisos y en el actuar diario de un hombre que cree que las reglas no le aplican.
Hugo Lora
La palabra “moral” ha sido una de las favoritas de los funcionarios del Gobierno Federal en turno. Se habla de una economía, un código y hasta una constitución moral. Pero ¿qué se pretende con este discurso? La moralidad valora la bondad o maldad de una acción desde el punto de vista individual, es decir, “yo, Andrés, considero que destruir el medio ambiente para construir un tren es bueno” entonces se busca que lo político empate con lo que para ellos y sus seguidores es “bueno”. Pero es evidente que entre la política y la moral hay un conflicto, ya que una esfera esta regida por normas que son iguales para todos y otra por un cúmulo de subjetividades. En el momento en que lo subjetivo supera a lo común es cuando este conflicto tiene consecuencias que pueden ser catastróficas.
El miércoles pasado compareció ante la Cámara de Diputados el director de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Octavio Romero Oropeza, un ingeniero agrónomo que dirige la empresa productiva del estado que es responsable, en promedio, del 15% de los ingresos de Gobierno Federal. Este reportó una pérdida neta de 606 mil millones de pesos tan solo en el primer semestre de 2020, 14 veces el presupuesto total que tiene el estado de Querétaro. Pero esto no fue lo más preocupante de su aparición, este mencionó que desde el año pasado se dejaron de pagar las multas por el incumplimiento de contratos de abastecimiento. “Contractualmente tienen derecho, pero moralmente no tienen ninguno. Legalmente, a lo mejor les asiste la ley pero no les asiste la razón, ni la ética, ni la moral”.
Este es solo un síntoma de una enfermedad muy grande llamada “Cuarta Transformación”. La imposición de una moral convenenciera que sirve a los intereses temporales de un grupo y que está por encima del estado de derecho es una característica de los gobiernos y políticos que tanto criticaban durante todos sus años de campaña. Lo vemos en ejemplos como la consulta popular para enjuiciar expresidentes, en la intención de extinguir los fideicomisos y en el actuar diario de un hombre que cree que las reglas no le aplican.
La crítica, aunque sea tediosa, es necesaria y aun más en situaciones como la que vivimos actualmente en nuestro país. Este espacio es y seguirá siendo uno en el que no se dará tregua ante los abusos desde el poder, que por lo que vemos seguirán sorprendiéndonos todas las semanas.