En esta lucha innecesaria descuida a los que juró que serían primero
Roberto Mendoza
La idea de los movimientos sociales derivados del 1968 era la desaparición de la burocracia y de los capitalistas, los jóvenes de esa época se dieron cuenta que la vida era despertarse, trabajar y dormir, que no se podía aspirar a nada más y se revelaron en contra de cosas que hoy son algo común, como la igualdad de sexos, la desaparición del racismo y el derecho al voto, entre muchas otras, sus consignas eran: “prohibido prohibir, sea realista, pida lo imposible, la imaginación al poder“.
Con 15 años, un joven Andrés Manuel vio pasar estas luchas, seguramente cuestionó el mundo y quiso algo distinto, comenzó una lucha que hoy sigue, traducida en un traje de neopreno, llamado la cuarta transformación, que por más que trata, se le mete el agua, porque no se ajusta al México de hoy.
Los jóvenes, que se supone son el principal impulso de esta lucha, no se enamoran de la revolución que quiere encabezar, tampoco los obreros, ni los campesinos. Sí ha destruido la burocracia, pero no la ha sustituido, entonces tenemos un gobierno mal administrado. Sí ha derrotado a los capitalistas, sólo para darse cuenta que en realidad los necesita, porque no hay revolución sin el componente burgués.
Hay un dato muy importante que quizá Andrés Manuel López Obrador no ha tomado en cuenta, el es presidente del país que quiere revolucionar, la burocracia trabaja para él, los capitalistas son ciudadanos. Si quiere impulsar una transformación, lo puede hacer, no hace falta convocar a las conciencias, hace falta dirigir las conciencias, hace falta tomar acciones y decisiones, gobernar, pues.
En dos años ha luchado contra un enemigo que no lo deja en paz, porque lucha en contra de una parte de las personas que tiene la obligación de proteger y atender, contrajo con todos el compromiso de hacer un mejor país. En esta lucha innecesaria descuida a los que juró que serían primero, porque en cierto momento se desdibuja la línea que nos separa, al final, todos somos mexicanos.
¿Dónde está la imaginación que ha llegado al poder? ¿En la no venta- no rifa de un avión? ¿Dónde está el “prohibido prohibir”? ¿En no usar un cubrebocas? ¿Ese es el gran ejemplo de “no prohibir”? ¿Dónde está ser realista y pedir lo imposible? ¿En hacer que a fuerza haya un aeropuerto en el peor lugar para construirlo? ¿En construir una refinería que se inunda? Necesitamos un presidente que tome las decisiones más difíciles en los momentos más complicados, que se tome en serio el momento actual, que sin perder sus ideales ayude y sirva a todos, esa sí sería una transformación que pasaría a la historia y un ejemplo para todo el mundo.