Daniel Lizárraga
El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala salieron ilesos de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada recientemente –el pasado sábado 18 de septiembre– en la Ciudad de México. Si bien la reunión no tenía por objetivo unificar críticas o condenas, los gobiernos de esos países han sido partícipes de una inestabilidad política, social y económica que representa un riesgo para otras naciones.
En los medios de comunicación latinoamericanos, así como en las agencias de noticias, quedaron registrados los ríspidos debates sobre el embargo económico y la violación de los derechos humanos en Cuba y la cerrazón política del régimen encabezado por el venezolano Nicolás Maduro, pero sobre los países mencionados nada o apenas algunas palabras como en el caso de Nicaragua.
El canciller mexicano Marcelo Ebrard dijo en rueda de prensa que uno de los acuerdos obtenidos tras la reunión de la Celac fue que, a pesar de las diferencias, los países puedan avanzar hacia metas comunes, por ejemplo, sobre cómo obtener más vacunas contra emergencias sanitarias.
“Las vacunas, nunca más nos va a volver a lo mismo, no lo vamos a permitir, lección aprendida. Los países de América Latina no tenemos una sola agencia reguladora, Europa sí… ¿Por qué nosotros no la tenemos? ¿Qué razón puede haber? Ninguna. Bueno, entonces la vamos a construir, porque eso significa que una vacuna que se apruebe en Chile la puedo aplicar al día siguiente, o si México aprobó una vacuna, se pueda aplicar en todos los países al día siguiente”, comentó.
La unidad latinoamericana frente al abuso de las potencias mundiales respecto al acaparamiento de las vacunas contra el coronavirus resulta más que necesaria y, aunque también falten los detalles sobre cómo alcanzar esa meta, es decir, cuáles serían los pasos necesarios y qué tanto tiempo se necesita, no podría echarse por la borda el riesgo económico, la inestabilidad financiera en Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador.
Desde el pasado 7 de septiembre, en El Salvador el ‘bitcoin’ es moneda de curso legal, junto al dólar. El Gobierno de Nayib Bukele ha informado que la gente tiene la libertad para decidir qué forma de pago usarán. Sin embargo, una intensa campaña oficialista campea a lo largo y ancho del territorio para que los comercios tengan a la mano la tecnología para sumarse a la nueva ola y también promueven, todos los días, la ‘app’ llamada Chivo Wallet.
El precio o el valor del ‘bitcoin’ se determina por la oferta y la demanda de los compradores. No hay un banco central con reservas que respalde sus operaciones. Algunos países como México ya han tomado precauciones:
La Secretaría de Hacienda ha informado que el intercambio de monedas virtuales o criptomonedas deberá ser reportado ante la Unidad de Inteligencia Financiera cuando se trate de cantidades que superen los 57 mil 804 pesos –alrededor de 2 mil 878 dólares–, aun cuando la empresa matriz o la intraestructura tecnológica se encuentra en otro país. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador toma así precauciones contra el lavado de dinero.
Entre El Salvador y México hay, constantemente, intercambio de mercancías. Desde el Pacífico, en los puertos de Mazatlán, Sinaloa, o en Manzanillo, Colima, –entre otros– barcos cargados con alimentos considerados de canasta básica como frijol y arroz salen rumbo a costas salvadoreñas.
México es el cuarto socio comercial de El Salvador (luego de EUA, Honduras y Canadá). Las principales exportaciones mexicanas a El Salvador: alimentos procesados y frescos, materiales para construcción y ferretería, cuero y calzado, autopartes, textiles y confección.
Desde luego, hay quienes ven el ‘bitcoin’ como una mina de oro. Uno de ellos ha sido el multimillonario mexicano Ricardo Salinas Pliego, quien en la foto de su cuenta de Twitter ya aparece con los ojos rojos, como si emanara un rayo láser. Lo mismo ha hecho el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, su gabinete y desde luego la bancada oficialista de Nuevas Ideas.
Salinas Pliego escribió que invertir en el ‘bitcoin’ es una buena forma de diversificar el portafolio de inversión. Ahí, agregó: “En Banco Azteca estamos trabajando para traerlas a nuestros clientes y seguir promoviendo la libertad”.
Pero el Banco de México no tiene los mismos planes y, de hecho, paró en seco al magnate dueño de Banco Azteca, Televisión Azteca y Elektra. Alejandro Ortiz, director de Banxico, advirtió que las instituciones que operen con ‘bitcoins’ serán sujetas a sanciones toda vez que no están consideradas como divisas ni mucho menos monedas de curso legal.
A pesar de las buenas relaciones diplomáticas entre ambas naciones, de las buenas ideas para construir una agencia latinoamericana reguladora para las vacunas o medicamentos, también hay hechos que, en cualquier momento, pueden resquebrajar los puentes de entedimiento. Por ejemplo, ¿cómo confiar en empresas salvadoreñas o en el mismo Gobierno salvadoreño cuando su economía estará sujeta a la volatilidad del ‘bitcoin’? La economía también pesa y mucho.