En contraste con las bondades económicas que representa el turismo, existe el daño que genera a las zonas naturales, como el caso de la Sierra Gorda de Querétaro, cuando no hay una regulación.
Semanas atrás, la rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro, Teresa García Gasca, advirtió de los riesgos ecológicos por actividades recreativas como los paseos en cuatrimotos o Rzr (racers) ; la invasión de estos vehículos (y de personas a pie) en zonas de flora y fauna protegida ya está generando un desequilibrio que está al borde de una crisis. Así lo reconocieron autoridades.
Es digno de aplaudir que, en lugar de poner pretextos o defender con argumentos vagos dicha actividad –por ser de beneficio para el esparcimiento y la economía–, se está anteponiendo una preocupación legítima de ecologistas, pero también de quienes toman enserio el cambio climático.
Desde la Secretaría de Desarrollo Sustentable y la de Turismo del estado ya se prometió poner orden en el tema. La atención se centrará para que así sea y no solo se quede en la buena voluntad.
En esta edición, también llevamos la postura del PAN en Querétaro, que –aun con declaración de librito– abre la puerta para una posible alianza electoral, esa que en otros procesos –han dicho– no es necesaria porque aquí ganan incluso sin hacer campaña… al menos eso creen.
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