Los Blanchet/Caldo de Cultivo
Desde que todo está a la vista pareciera que la selección de los futuros gobernantes a través de un método cualquiera, -como las elecciones-, es un asunto fácil en el que no habría margen de error para escoger al mejor, al más capaz, al más experimentado y de más limpia trayectoria. La información de todo aspirante o suspirante se encuentra en plataformas públicas, formales e informales a las que todos, sin excepción, tenemos acceso, información con la que, en un colectivo conformado por individuos lógicos y pensantes, no debería haber mayor diferendo entre los votantes, porque basar la decisión en los expedientes de aquellos daría una incontrovertible victoria al mejor.
Entonces, ¿por qué en la realidad se continúa dando acceso al poder a personajes de comprobada bajeza e ineptitud, apoyados y defendidos con idolatría por enormes sectores de la población? ¿Es tan complicado echar una revisada y evaluar con sentido común lo que cada candidat@ aportaría a la sociedad con base en su prestigio personal, su integridad y resultados o a la ausencia de estos?
¿Es un mero problema de percepción? Lamentablemente ésta está sujeta no sólo a los hechos palpables, sino también a un sinfín de factores que la descarrilan: la fascinación por el pseudo líder carismático; las ideologías adquiridas en el aula que suenan de fábula, pero que en la realidad no funcionan; las lealtades familiares o de grupo hacia un movimiento; el resentimiento; el miedo inoculado en el discurso machacante y un largo etcétera.
Pero una cosa es cierta: en el quien es quién, a estas alturas, no quedan dudas. Sólo el que no quiere ver no ve. Esta elección no debería ser un problema. Todo está a la vista. ¿Es tan difícil?
¿Víctimas?
Desde muy pequeña mi madre me enseñó a no ser víctima de nadie. Siendo mujer e hija única, le preocupaba el hecho de que pudiera sufrir cualquier tipo de abuso en cualquier situación que se me presentara en la vida.
Aprendí bien la lección y créanme que no fue fácil, ya que la técnica de mi mamita no estuvo basada en el diálogo civilizado, sino en la técnica muy dominada de “la flying chancla”. Recuerdo que la primera lección vino desde el Kinder, cuando un día regresando a casa con cara de tristeza y angustia, le solicité que al día siguiente me preparara dos tortas para mi lunch porque una era insuficiente para saciar mi apetito, argumento que mi astuta madre no creyó ni tantito, ya que normalmente su servidora solía ser bastante remilgosa para comer.
Ella, preocupada por mi extraño comportamiento, dio paso a un interrogatorio al puro estilo de la PGR, hasta que logró extraer de mí la verdad del asunto. Resultó que una infanta mayor que yo (ella ya cursaba la materia de tijeras II), estudiante del mismo Kinder, solía hacerme bullying y me amenazaba con golpearme si no le llevaba una torta. La niña en cuestión era una peso completo, mientras yo apenas llegaba al peso pluma, lo que justificaba mi miedo a recibir una literal arrastrada.
Pensé que su respuesta al conocer tan dolorosa situación para su vástaga sería de compasión y protección, pero fue todo lo contrario. Sus palabras fueron: mira hijita, la vida es dura y tú no tienes que ser la víctima de nadie. Existe gente que querrá siempre aprovecharse del más débil, pero jamás caigas en su juego, y mucho menos permitas que te golpeen en ningún sentido. Si lo hacen, regresa el golpe, porque si llegas con el ojo morado, yo te emparejaré el otro. ¡Lección aprendida! No necesité de muchas clases, porque estaba consciente de que un golpe de mi progenitora era letal, y no era necesario arriesgarme.
Después de la lección teórica vino el entrenamiento, de lo contrario, de nada serviría tanto bla, bla bla. Así fue que me volví master en no ser víctima de nadie, ni de mí misma, porque existe una línea muy delgada entre el victimismo real y la manipulación maquiavélica de los demás.
La victimización en la política ¡es lo de hoy! y de manera cotidiana y tempranera. Antes los políticos eran más aguerridos, sabían perfectamente a qué le entraban y no andaban lloriqueando cuando los tundían con los hechos. Un dicho entre ellos era: al que no le gusta que le den de palos, que no se alquile para piñata. Yo les diría lo que mi madre me hizo entender puntualmente: si no quieres victimizarte, deja de regalar tortas. El que entendió, lo entendió.
Le esperamos hoy miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.
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