Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
En los últimos días se hizo notar la relevancia de la reforma judicial que propone el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, misma que fue abrazada por la Presidenta Electa, Claudia Sheinbaum. Dentro de las aristas importantes, estimada o estimado lector, se propone que los integrantes del Poder Judicial de la Federación, cesen sus funciones para el año 2025 porque habrá nuevos nombramientos, más de 1600 cargos se resolverían en las urnas; estamos hablando de Ministros, Magistrados, Jueces, entre otros, que buscarán un espacio.
En otras palabras, todos aquellos que dedicaron su vida al estudio judicial, quedarán fuera de la escena, lo cual resulta lamentable. Ahora bien, se propone que los nuevos juzgadores federales, sean votados en un proceso que se pinta de tintes electorales, siendo una gran crítica entre los académicos porque se afecta la independencia judicial al mezclar atribuciones entre los poderes de la unión; sin mencionar que se encuentra en riesgo la permanencia del Consejo de la Judicatura en virtud de que se sugirió la creación de un Tribunal de Disciplina Judicial.
Si bien es cierto que la impartición de justicia tiene mucho por mejorar, empezando por sus operadores, también lo es que no existen soluciones mágicas; reducir las Salas de las Suprema Corte y el número de sus integrantes, así como sus prestaciones, no significa efectividad, hablamos de una reducción necesaria pero también se debe reconocer el esfuerzo y dedicación de los juristas que plasman su inteligencia en cada proyecto de sentencia. Como verán, serán tiempos de incertidumbre por la reciente contienda electoral, sin embargo, espero que este tipo de decisiones sean tomadas con la mayor precisión para evitar que los contrapesos desaparezcan.