El pasado 4 de julio la psíquica norteamericana Jelaila Starr, en entrevista con el autor e investigador, el Dr. Michael Sallah, predijo un alarmante evento próximo a ocurrir consistente en un atentado a un importante “líder”, mismo que resultaría fallido y el personaje sobreviviría
Los Blanchet /Caldo de Cultivo
El pasado 4 de julio la psíquica norteamericana Jelaila Starr, en entrevista con el autor e investigador, el Dr. Michael Sallah, predijo un alarmante evento próximo a ocurrir consistente en un atentado a un importante “líder”, mismo que resultaría fallido y el personaje sobreviviría. A insistencia del entrevistador, quien manejó la posibilidad de que ese personaje fuera nada menos que Donald Trump, Starr confirmó esa posibilidad. Nueve días después, en un mitin proselitista en el estado de Pensilvania, un francotirador, al parecer solitario y amateur, le disparaba desde el techo de una bodega cercana, impactando en la oreja derecha del candidato y fallando su cometido, pero desatando un torrente de teorías de la conspiración que no cabrían en este artículo.
Pero más allá de la curiosidad metafísica por la acertada predicción, el hecho del atentado provocará irremediablemente un viraje en el juego político, aunque fuera confirmada la tesis del atacante solitario y desechada la de una conspiración política. Los elementos que sin falta sumarán a la campaña de Trump serán su ‘heroicidad’ como sobreviviente de ataques armados en su contra (la foto, ni mandada a hacer), y la victimización, que le caen como anillo al dedo para incrementar su hasta ahora marginal ventaja sobre Biden en las preferencias.
Trump ya demostró en su primer mandato de qué está hecho. Confrontación, división e irresponsabilidad en el ejercicio del poder, derivado de su ego desbordado y su desdén hacia la ley, fueron las marcas de su gestión. Destacó su nefasta respuesta a la pandemia de COVID-19 que provocó un evitable excedente de mortalidad, mismo que no le quitó ni un minuto de sueño. Aclaro que no he dejado de referirme al personaje estadounidense, aunque el retrato pareciera el de otro en México.
Para su fortuna -y la de todos, a decir verdad, porque de lo contrario se hubiera generado una escalada de mayor violencia de dimensiones impredecibles-, el disparo erró por pocos milímetros y Trump continuará su imparable camino de retorno a la Casa Blanca, a pesar de las voces que se expresan en las redes sociales acerca del regreso de la polarización y la violencia arengada desde su presidencia, violencia que ahora lo alcanzó a él mismo.
Como mencioné en la columna anterior, algunos autores, como el mismo Michael Sallah, relacionan a Donald Trump con los “white hats” -o como diríamos acá, el equipo de los “buena onda”-, es decir, con la corriente libertadora de su país, supuestamente por haberse enfrentado al establishment americano y a las agencias de inteligencia, que serían las que detentan el verdadero poder tras bambalinas. Difiero de esta apreciación. Creo que personajes violentos y siniestros como Trump no son los indicados para traer paz, progreso y unidad a un país cualquiera, sino todo lo contrario, como se vio en su mandato anterior.
El destino de EEUU parece ya sellado, ayudado por el declive de Biden en sus capacidades cognitivas y su falta de decisión y liderazgo. Lamentable la degradación de Norteamérica. Por ahora, sólo se salva Canadá…con sus propios asegunes.
Defender Querétaro
El pasado 11 de Julio, el senador Alfredo Botello Montes rindió su informe de actividades en el Teatro de la República. Entre sus principales mensajes destacó la defensa de Querétaro y lo que se ha construido, en el contexto del avance del morenismo en el resto del país y sus lamentables consecuencias por todos conocidas.
Y es que durante años, los tres estados calificados con el mejor nivel de vida y seguridad fueron Yucatán, Colima y Querétaro, en ese orden. Colima cayó intempestivamente hace pocos años y Yucatán está ahora en vías de hacerlo también, dados su resultados electorales. Queda Querétaro, lugar de luz. Mantenerlo así y defenderlo es LA prioridad.
El abuelo decía
Mi abuelo me decía muy entusiasta: ¡ve y conoce el mundo!, así descubrirás lo hermoso que es allá afuera. Cuando me lo dijo corrían los años setentas, y estoy segura de que en esa época la vida era más curiosa, menos informada y muy inocente.
La idea de salir a conocer el mundo fue atractiva en su momento, pero mi personalidad no es muy aventurera y mi situación financiera en esos tiempos no era la más holgada como para hacerle al Jean Passepartout y darle la vuelta al mundo en ochenta días. Y ok, no he conocido el mundo, pero sí a la humanidad, una humanidad repleta de disturbios mentales, de falta de conciencia y exceso de soberbia. Vivir en un mundo donde pegarle un tiro a alguien “es normal”, me parece que no es el mundo que mi abuelo quería que yo conociera.
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