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Músico Luis Garbey encontró cobijo en México y descarta regresar a Cuba

Llegó a México con el corazón roto por tantas decepciones, deslealtades y malas mañas./Notimex
Llegó a México con el corazón roto por tantas decepciones, deslealtades y malas mañas./Notimex

Es dicharachero, habla con picardía y , su nombre es Ángel Luis Garbey Vargas, quien se afianzó hace 14 años en México, donde se desempeña como músico instrumentista y director de orquesta Garbey Vargas, originario de Guantánamo, Cuba, a quien desde niño en casa le decían de cariño “Yuri”, debido a Yuri Gagarin, legendario cosmonauta … Leer más

Es dicharachero, habla con picardía y , su nombre es Ángel Luis Garbey Vargas, quien se afianzó hace 14 años en México, donde se desempeña como músico instrumentista y director de orquesta

Garbey Vargas, originario de Guantánamo, Cuba, a quien desde niño en casa le decían de cariño “Yuri”, debido a Yuri Gagarin, legendario cosmonauta soviético y primer hombre en viajar al espacio exterior, el 12 de abril de 1961.

Llegó a México con el corazón roto por tantas decepciones, deslealtades y malas mañas de algunos compatriotas suyos. Lo mejor es que se rodea de “muchos Yuri Gagarin, amigos de verdad, a quienes ayudo y me ayudan”.

De acuerdo con su experiencia, “Yuri” sostiene que la música es mágica. “Si se nace con ella pero no se estudia, uno está limitado; pero si se estudia y no se nació con ella, igualmente uno está limitado. Yo me considero doblemente afortunado por nací con la música y tuve oportunidad de prepararme”.

Su primer acercamiento a la música fue cuando comenzó a tener uso de razón, a los tres o cuatro años. Su tía era violinista, su madre una gran pianista, y su papá fue cantante de la Orquesta Cristal, de la Swing Boys de Estados Unidos y de Los Chavales de España. Por eso se siente afortunado y agradecido con la vida, que le dio talento y él puso el resto.

Hace 14 años llegó a la Ciudad de México con la idea de ofrecer su arte, y muy pronto encontró acomodo y cobijo entre artistas como él. Sensible, franco, amigo de quien sabe ser amigo, Luis Garbey Vargas aterrizó en México para no voltear más hacia la isla que lo vio nacer. Tenía una razón poderosa, quizá la más fuerte que existe: una decepción del corazón.

De chamaco andaba con una guitarrita, y como ese instrumento le gustó, estudió hasta ser Instructor Profesor de Artes, Matriculado en Superación Técnica y Profesional, con una especialización en guitarra. En los años 80 vivió una época de esplendor, e incluso llegó a dirigir una orquesta en la que tocaban grandes músicos que habían sido sus profesores.

Su primer viaje a México fue en 1999

Esta es la historia: Tocando salsa y temas de jazz con su grupo “Corazones de Fuego”, en el Café París de La Habana, cierta noche, Miguel Francó, Gerente de un restaurante de San José del Cabo, Baja California, propiedad de un empresario japonés casado con una mexicana, lo escuchó y quedó encantado.

“Yo era el director musical y pianista de la banda. Nos contrataron para hacer temporada de cinco meses y medio en Baja California. Vine con la intención de tocar, ganar dinero, y regresarme a mí país. Luego de completar la temporada volví a casa, pero el 31 de diciembre de 2005, la vida me trajo nuevamente a México”.

Esa vez fue para arraigarse aquí, aunque entre la primera visita y la definitiva, viajó por Francia, España, Jamaica, Colombia, Panamá, Venezuela y otras naciones. “Ahora me siento más chilango que el chile, a pesar de que llegué con la idea de regresarme, porque estaba enamorado locamente de la mulata que tenía en Cuba”.

Al recordar lo anterior “Yuri” hizo una pausa para tomar aire y aclarar: “Estaba, ahora ya no lo estoy; el agua pasada no mueve molino”.

Pero, dijo, por eso se quedó en México, porque allá tuvo un desencanto sentimental. “Estoy en la Ciudad de México porque me da la gana y porque entre los mejores amigos que tengo, tengo más aquí que allá en Cuba”.

Dice que su felicidad actual radica también en el hecho de dar tanto como recibe. Ha dado clases gratuitas a quien se lo ha solicitado, regala ropa, y ayuda a personas con algún mal físico. Al mismo tiempo, músicos mexicanos lo han invitado a tocar en orquestas que gozan de fama y aceptación como en la que actualmente participa, “Toque Bulanga”.

La felicidad manifiesta es una de las dos caras de la moneda de su vida. La otra, es el profundo y permanente recuerdo de lo que también dejó en Cuba, sus dos hijos varones, de 30 y 35 años; sus dos sobrinos que son como sus hijos porque quedaron bajo su cuidado al morir el padre; su hermana y sus hermanos, así como la madre de sus hijos.

Entrevistado por Notimex, reiteró una y otra vez que de México no ha de salir, y menos para volver a Cuba. Cuando escuchó la frase del político, filósofo y escritor cubano José Martí (1853-1895), “Si camino, síganme; si me paro, empújenme; si retrocedo, mátenme” la adoptó como suya. “Yo soy así”, subrayó convencido.

Garbey Vargas sintetiza sus años en México como una experiencia dentro de una cultura que hay que saber llevar en el día a día. “La cultura mexicana me ha enseñado mucho en estos casi 20 años. Ahora me visualizo, en los próximo 20, como debe verse cualquier cubano inteligente: en mi casa, tranquilo, escribiendo música, y paseando por este país”.

Y como José Martí, “Yuri” no mira hacia atrás, aunque atrás esté su país de origen y algunos de sus seres queridos. “Jamás he vuelto a pensar en volver a Cuba, jamás. Cuando el cubano sale de su país pierde su nacionalidad y con esa política no estoy de acuerdo”, concluyó “El Negro”, como le dicen sus amigos.

Notimex/VHR

 

 

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