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Cuando tu vida depende del tacto

Cuando tu vida depende del tacto / Foto: Selene Ugalde
Cuando tu vida depende del tacto / Foto: Selene Ugalde

Según Inegi, en el 2014 había en Querétaro 18 mil 972 personas con limitaciones visuales Carlos Uriegas Ser ciego ya resulta complicado, tener esta discapacidad en tiempos de pandemia es un asunto que se torna peligroso cuando la vida depende del tacto. Salir a la calle. Tomar el transporte público. Abrir y cerrar las puertas. … Leer más

Según Inegi, en el 2014 había en Querétaro 18 mil 972 personas con limitaciones visuales

Carlos Uriegas

Ser ciego ya resulta complicado, tener esta discapacidad en tiempos de pandemia es un asunto que se torna peligroso cuando la vida depende del tacto.

Salir a la calle. Tomar el transporte público. Abrir y cerrar las puertas. Trasladarse para realizar algún trámite o una compra, para un ciego es un reto mayor, ya que sus manos se convierten en los ojos para avanzar. Para ellos la sana distancia o evitar tocar es algo que resulta imposible, lo que coloca a los invidentes como población de alto riesgo.

Ricardo Aguilar es maestro en la Escuela de Ciegos en Querétaro (Unión de Minusválidos de Querétaro, nombre que han intentado cambiar sin éxito) y entrenador de talentos deportivos en la especialidad de atletismo y natación, desde su posición narró lo complicado que han sido estos meses de pandemia.

“Nos ha ido muy mal en la pandemia, ya que somos muy vulnerables a contagiarnos ya que todo lo manejamos a través del tacto; en el camión, en la pared, en las puertas, siempre buscamos con el tacto. Los bastones que están en contacto con el suelo son fuente de contagio ya que no sabemos si alguien escupió o si está contaminada la zona por la que caminamos”, explica Ricardo, quien quedara ciego a los 18 años.

Se calcula que el 80 por ciento de la información que necesitamos en la vida cotidiana la obtenemos a través de la vista, de ahí que las limitaciones y los riesgos de contagiarse de COVID-19 se han incrementado de una forma exponencial para los invidentes.

“La escuela está cerrada y las clases se han tenido que dar por Zoom, pero es muy complicado ya que muchos de los maestros también tiene discapacidad visual y si no hay algún familiar que apoye a los alumnos no se puede tomar la clase. Tampoco se puede ir a la tienda por lo que se necesita; los que tienen familias se han apoyado en ellos para las compras, porque en los supermercados no los dejan entrar por su discapacidad”, comparte Ricardo, quien tuvo que aprender a vivir sin la vista luego de un accidente automovilístico.

En la escuela para ciegos 83 alumnos, de los 16 años en adelante, reciben clases de Sistema Braille, orientación y movilidad, sicología y a través del INEA estudian la primaria y secundaria, además de aprender masoterapia, música, computación y cocina.

La mayor preocupación de Ricardo Aguilar son las personas mayores y comparte que desgraciadamente cinco personas ligadas a la escuela han perdido la batalla contra la COVID-19. “Desgraciadamente cinco personas mayores han perdido la vida, no se contagiaron aquí ya que estamos cerrados, no sabemos cómo se contagiaron”.

Ricardo recordó que hay varios tipos de invidentes, algunos nacen ciegos, y otros, como él, perdieron la vista por algún evento posterior, pero el ver por 18 años le ha permitido ser entrenador de atletismo y natación en el parque Querétaro 2000.

“Llevo 18 años trabajando para el Indereq en el deporte adaptado, preparando a los jóvenes talentos que participan en eventos estatales, nacionales e internacionales con muy buenos resultados. Nos ha ido bien, los ciegos siempre traemos medallas de la paralimpiada. Este año se paró todo, pero teníamos niños para ir a eventos internacionales”, comenta uno de los fundadores de la Asociación de Deportistas Ciegos y Débiles Visuales del Querétaro .

La comunicación de los invidente es necesaria. Ellos no ven el metro y medio de distancia en las filas, no encuentran el dispensador de gel, no saben si con quien hablan llevan puesto cubrebocas, o si alguien escupió en el piso por donde se deslizará el bastón. Si antes necesitaban ayuda, en tiempos de pandemia el apoyo para ellos es vital.

En el “Ensayo sobre la Ceguera” de José Saramago, la ceguera es la pandemia, es el brote que manda al mundo a cuarentena, es un mensaje que retrata la ceguera y la locura de la humanidad sin mencionar nombres.

Hoy que la enfermedad es otra, es tiempo de ser los ojos de aquellos que no pueden ver a ese enemigo invisible, que nadie ve, pero que nos sigue contagiando, sin importar los nombres.

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