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El fusil de Marcela Turati: Daniel Lizárraga

Foto: Archivo
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    Daniel Lizárraga   Una de las labores del periodismo de investigación ha sido, desde siempre, revelar lo que está oculto, ya sea porque algunos impiden que se sepa o quizá porque nadie ha indagado en esos pozos sin luz. En México, donde se han contabilizado alrededor de 91 mil personas desaparecidas y no … Leer más

 

 

Daniel Lizárraga

 

Una de las labores del periodismo de investigación ha sido, desde siempre, revelar lo que está oculto, ya sea porque algunos impiden que se sepa o quizá porque nadie ha indagado en esos pozos sin luz. En México, donde se han contabilizado alrededor de 91 mil personas desaparecidas y no localizadas, hay una reportera que siempre ha estado allí: Marcela Turati.

Desde que era una novata en la redacción de Reforma durante la década de los 90, ella se empeñaba en llevar información de la gente más desprotegida, de los pobres que pululan por nuestras calles, de quienes están tras las rejas porque no tienen dinero para pagar un abogado, de los sindicalistas aplastados por las mafias de trabajadores-patrones, de los indígenas que no tienen nada de nada.

Marcela Turati es una de las reporteras en este país que abrió camino a una generación de periodistas –en su mayor parte mujeres– que nos han mostrado la crueldad, el dolor y las fallas de los gobiernos en México. En este país, hay 4 mil 92 fosas clandestinas, de acuerdo con números recientemente dados a conocer por la organización Elementa DDHH.

¿Cómo abordar a una familia que no encuentra a sus hijos o hijas? ¿Cómo contar sus historias sin victimizarlas? ¿Cómo mostrar los yerros de los gobiernos?

Las respuestas a estas preguntas se muestran nítidamente a través de los textos que ha escrito y coordinado Marcela Turati. Aunque a ella no le gusta el protagonismo y toma distancia de los reflectores, por ejemplo, mostró los rostros de quienes perdieron la vida o desaparecieron sin dejar rastro alguno durante la inútil guerra contra el narcotráfico desatada por el expresidente Felipe Calderón.

En su libro ‘Fuego cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco’ (2008), cuenta las historias de las “víctimas colaterales” en esa guerra que no pertenecían al Ejército ni a la delincuencia organizada. Su prosa provoca indignación y estremece. Al final uno termina por entender qué tipo de país nos han dejado y dónde estamos parados.

No ha sido tarea fácil tratar de meterse, hasta donde sea posible, en algunas de las historias de los 52 mil cuerpos sin indentificar. Para entrar en esos laberintos, hay que tener la piel dura y, al mismo tiempo, no ser indoletes o insesibles ante el tamaño de esta tragedia.

Marcela Turati siempre ha tenido los ojos bien abiertos y los oídos dispuestos a escuchar a estas familias, buscando siempre cómo contar sus historias para mostrarlas a la gente y también a los gobernantes; no importan las ideologías ni los partidos.

Por ello, ahora mismo su periodismo es importante para México. Nadie puede negar la responsabilidad sobre los desparecidos(as) durante los gobiernos neoliberales, pero tampoco se puede evadir la responsabilidad de la actual Administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador de encontrar las respuestas, de explicar qué pasó.

En esta última tarea, Marcela Turati también ha estado allí. Uno de sus trabajos más importantes, sin duda, fue cuando organizó la cobertura llamada ‘El país de las mil fosas’ o ‘Más de 72’, esta última sobre la masacre de migrantes a manos de los narcotraficantes.

Ella ha acumulado premios nacionales e internacionales, pero no los ha buscado. El protagonismo no está entre sus planes. Ella ha metido la nariz en esto por vocación. Por eso ha sido tan indispensable su pluma para abrirnos los ojos. Larga vida a la periodista.

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