Finanzas climáticas y COP26: Abel Mejía

Abel Mejía

Por finanzas climáticas nos referimos a varias fuentes y maneras de financiar inversiones en proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático. El concepto está muy sonado en estos días como resultado de la realización de COP26 en Glasgow, o la Conferencia de las Partes, que es un evento anual que reúne a múltiples gobiernos para discutir y revisar cómo el cambio climático está siendo administrado de manera doméstica y a nivel internacional.

La primera COP se llevó acabo durante 1995 en Berlín y desde entonces este evento se ha convertido en el mayor órgano de toma de decisiones dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que fue un acuerdo histórico suscrito por 197 países para intentar estabilizar la emisión de gases de efecto invernadero y evitar cambios climáticos peligrosos. Una de las sesiones más emblemáticas y productivas fue la que se llevó a cabo en París durante 2015, cuando se estableció el Acuerdo de París, que es un convenio con obligatoriedad legal donde los líderes mundiales se comprometieron a limitar el calentamiento global. El cumplimiento de este compromiso se debe revisar cada cinco años, y este es uno de los temas principales de discusión en el COP26. Uno de los elementos para poder calificar si se ha cumplido, o se está en ruta para poder cumplir, este compromiso es el tema de las finanzas climáticas.

El concepto de finanzas climáticas tiene diversas aristas, principalmente las siguientes: (i) tipo de financiamiento que se provee (apoyo al desarrollo, capital privado, préstamos, concesiones); (ii) fuente del financiamiento (fuentes privadas o públicas); (iii) flujos del financiamiento (desde países desarrollados hasta países en vías de desarrollo, desde ciertas regiones de un país más desarrolladas hasta otras menos desarrolladas, desde organizaciones multinacionales hasta países u organizaciones privadas en dichos países); y (iv) naturaleza del financiamiento (si se trata de apoyo directo a acciones que mitigan el cambio climático, si son compensaciones a víctimas de los efectos negativos de cambio climático o si son penalidades o desincentivos a jugadores públicos y privados que no cooperen a la lucha contra cambio climático). El cómo se definan estos elementos y el cómo se implementen tendrán efectos muy importantes si se cumplen los compromisos ecológicos y, más importante, si realmente se puede dar una verdadera lucha al cambio climático.

Así, el concepto de finanzas climáticas nos obligaría también a cambiar nuestra forma de pensar sobre el dinero y la economía. Por ejemplo, los inversionistas deberán darse cuenta de lo que hoy es rentable; tal vez no lo sea mañana por los efectos físicos del cambio climático. También será imprescindible que el sistema financiero actúe como palanca para que el sistema productivo se vea incentivado a la transición hacia una economía descarbonizada. La industria de producción de energía deberá considerar que tendrá que eliminar gradualmente sus inversiones en petróleo y gas para el año 2040 en los países de la OCDE y para el año 2050 a nivel mundial. Los dirigentes de ciudades deberán desde ahora empezar a incluir en sus presupuestos acciones para minimizar las emisiones de sus localidades, pero también para adquirir infraestructura que resista a los vaivenes, cada vez más drásticos, de las condiciones climáticas.

Como dijo el expresidente Obama, somos la primera generación en sentir el efecto del cambio climático y posiblemente la última que puede hacer algo al respecto. Las finanzas climáticas, guiadas por los lineamientos de COP26, son uno de los instrumentos que debemos utilizar para este objetivo. Platiquemos en @MrMejiaCosenza.

P´al gordito… Pa’ los queretanos mañaneros con hambre, ampliamente recomendable el Machete Choriqueso en el restaurante Josefa.