Además, el suicidio no se limita a situaciones de extrema desesperación; a menudo está relacionado con trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático. El aislamiento social, las dificultades económicas y el abuso, también son factores de riesgo. Por ello, la prevención debe comenzar desde el ámbito familiar, escolar y comunitario, proporcionando un entorno donde las personas puedan expresar sus emociones sin temor al juicio.