México, un país con una vasta oferta turística que abarca desde playas hasta sitios arqueológicos, también podría beneficiarse de una estrategia similar. Aunque el país ya es el segundo destino más visitado de América Latina, según datos de ForwardKeys, enfrenta el reto de superar la percepción de inseguridad en muchas de sus ciudades.
El papel de las comunidades
Una de las lecciones más importantes de la experiencia colombiana –según Salcedo– es la capacidad de integrar a las comunidades locales en el proceso de transformación turística. En Colombia, las víctimas de la violencia ahora se incorporan como guías turísticos o operadores de pequeñas empresas en las zonas que anteriormente eran consideradas peligrosas.
Según Salcedo, esta inclusión no solo contribuye al desarrollo económico local, sino que también ayuda a cambiar la narrativa en torno a estos destinos.
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Sin embargo, también existen riesgos como promocionar los “tours narco” en Medellín, ya que podría perpetuar modelos de violencia y romantizar el crimen organizado, un enfoque que gobiernos como el de Estados Unidos ven con preocupación.
Aun así, la estrategia de Colombia para neutralizar el estigma de inseguridad da resultados positivos. Según datos de ProColombia, durante el primer semestre de 2024, el país registró más de 3.1 millones de visitantes no residentes, un aumento del 8.5% respecto al mismo periodo del año anterior. En 2023, Colombia recibió 6 millones de viajeros, lo que representó un crecimiento del 27.4% en comparación con 2022.