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Reviven hermanos Cavalera raíces del ‘thrash metal’ en Querétaro

Reviven hermanos Cavalera raíces del ‘thrash metal’ en Querétaro / Foto: Julián Istilart
Reviven hermanos Cavalera raíces del ‘thrash metal’ en Querétaro / Foto: Julián Istilart

Igor y Max Cavalera rememoran, íntegro, su álbum Roots en el Club Latino de Querétaro

Julián Istilart

La noche del 24 de julio reunió en Querétaro a la aristocracia de los amantes del rock pesado. La razón, venían los hermanos Max e Igor Cavalera a la ciudad a revisitar de pies a cabeza uno de los álbumes más memorables del heavy metal, el “Roots” (raíces), editado en febrero de 1996.

Las buenas obras no envejecen, y el concierto, que inició a las 9:40 de la noche, fue un bombardeo de dobles bombos, guitarras distorsionadas y lamentos espirituales de la selva brasileña, que reunió a unas mil 200 almas que bailaron “slam” y corearon rolas como Roots Bloody Roots, Born Stuborn, Attitud, entre otras 15 que componen el disco celebrado.

Max Cavalera, guitarra y voz, sabe cómo manejar a las masas, y organizó bailes masivos del público, que formaron marchas en círculos, con amables empujones y una que otra cariñosa patada. Fue en la canción Ratamahatta cuando este ritual se pareció a la fiesta de brujos en trance por una música hipnótica.

Igor Cavalera, que inició de niño en esto de los ritmos, con las batucadas de los estadios de futbol en Bello Horizonte, Brasil, sonorizó una batería impecable, con ritmos ‘speed metal imposibles’ y potentes dobles bombos.

A la alineación se sumaron, en la guitarra líder, Dino Cazares (Fear Factory, Brujería), y el bajista Mike Leon (Soulfly, Havock), que empató, como reloj, todo el vendaval de ritmos de un disco impetuoso y rápido. Era la segunda vez en menos de tres semanas que Dino tocaba en Querétaro, que ya es un punto en la mira de grandes del ‘heavy metal’ desde hace algunos años. El virtuoso de raíces mexicanas había tocado aquí, en el Club Latino, de Bernardo Quintana, con su banda Asesino.

Entre el repertorio, los rockeros homenajearon a Black Sabbath con un ‘cover’ del himno War Pigs y, hacia el final de la velada, Max tomó un tambor brasileño para acompañar un ritmo tribal que enloqueció a los metaleros reunidos, que seguían bailando un nutrido ‘slam’, que perduró hacia las 11 de la noche.

La agrupación hirvió todavía más el caldo hacia el final repitiendo ‘Roots Bloody Roots’, en una versión más ruidosa y con un público bien bañado de buen rocanrol.

Un gusto que promotoras apuesten por traer a la plaza lo mejor del género más activo del rock. Enhorabuena a los hermanos Cavalera, que cumplen 40 años tocando música extrema y celebrando las raíces del ‘thrash metal’.

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