La idea de memorial, monumento y espacio público ha sido cuestionada desde diversas perspectivas, tanto políticas, artísticas o académicas; es más, como residentes o visitantes probablemente nos hemos preguntado en más de una ocasión por el sentido y la pertinencia de algunas de las esculturas erigidas en las ciudades. Muchas de ellas llaman la atención por la ausencia de criterios estéticos, porque aluden a personajes sin relevancia o porque simplemente alteran el paisaje urbano de manera arbitraria.
Varios trabajos manifiestan lo anterior. Un ejemplo importante es el libro “Monumentos Mexicanos. De las estatuas de sal y de piedra” de Helen Escobedo y Paolo Gori en el que muestran a través de fotografías numerosas esculturas dedicadas a temas tan inverosímiles como un camarón, un caracol, un sombrero o un avión, y donde se revela que la escultura pública es un problema de carácter nacional por lo que es imperiosa su observación.
La exposición titulada “Del vell al nou del nou al vell” (De lo viejo a lo nuevo de lo nuevo a lo viejo) realizada en el Arts Santa Mònica de Barcelona, plantea a partir de la mirada de diferentes artistas y teóricos la necesidad de cuestionar el patrimonio que nos ha llegado del pasado para construir una nueva realidad e identidad. Aquí se expone cómo algunos protagonistas de monumentos urbanos, que en algún tiempo fueron reverenciados, hoy constituyen más bien la representación de la deshonra humana y que no son dignos de ser atesorados.
Sería deseable que se estableciera un tipo de normatividad más estricta para regular la instalación de piezas en espacios públicos para que, en lo posible, se evitaran tales despropósitos; e incluso, como se ha hecho en varias ciudades del mundo, que se elaborara un inventario y un análisis de la escultura pública existente para decidir su permanencia, en donde prevalecieran como ejes primordiales tanto la calidad artística como la trascendencia que la obra tiene en la configuración de la memoria colectiva.