Dios sabe que estos días no estoy interesado en escribir nada que alimente el ego de Donald Trump. Sin embargo, esta vez es inevitable. Está surgiendo una nueva era política a nivel mundial que, aunque no se les puede atribuir por completo a Trump, su partido y su gobierno, es evidente que han tenido un papel muy importante al momento de promoverla. Una variedad de analistas ha nombrado a esta época de la misma manera: “Todo se vale”. Y por una buena razón.
Si se observa lo que sucede en todo el mundo, no solo se ve una recesión democrática —la cantidad de democracias que están abandonando su buena fe con elecciones falsas está aumentando sin cesar—, sino algo mucho más grotesco: los líderes buscan asirse al poder de por vida, asesinando o encarcelando hasta los críticos menos severos y creando coaliciones descaradas con partidos abiertamente racistas e intolerantes.
Aún más significativo, lo hacen con una impunidad absoluta, pues están seguros de que nadie los está viendo o que nadie importante los desafiará.
Esto pasa cuando la gente piensa que Estados Unidos no está viendo, no le importa o, aún peor, tiene un presidente que por sí solo ha enunciado más de 9000 mentiras y declaraciones engañosas, y que no tiene ninguna autoridad moral para desafiar a otros. Cuando se busca al vigilante del mundo que intenta hacer cumplir algunas de las normas básicas de decencia, Estados Unidos salió a comer, bajo el mandato de Trump… y mucha gente se ha percatado, así que todo se vale.
“La democracia liberal no solo se está retractando por la presión que ejercen políticos demagogos que explotan las tensiones de la globalización, la desigualdad en aumento, la inseguridad económica, el desplazamiento de empleos, la inmigración, etcétera”, menciona Larry Diamond, autor de un profético nuevo libro: “Ill Winds: Saving Democracy From Russian Rage, Chinese Ambition, and American Complacency”. “Las fuerzas autoritarias de todas partes perciben que ya no hay que pagar ningún precio por gobernar de la manera más horrible que quieran”.
Por lo tanto, hoy, “todos los tipos de regímenes están empeorando”, agrega Diamond. “Las democracias liberales se están volviendo más intolerantes. Las democracias intolerantes están eligiendo personalidades autoritarias, como el presidente Rodrigo Duterte en Filipinas, quienes están purgando a los jueces y encarcelando a los periodistas que se atreven a criticarlos. Los regímenes autoritarios que alguna vez coexistieron con bastiones de oposición ya no sienten la necesidad de hacerlo. En Camboya, el partido del dictador de años, Hun Sen, ahora controla todos los curules en el Parlamento. Y China está construyendo el verdadero primer Estado de vigilancia orwelliana”.