A raíz de las recientes tardes de rejones celebradas tanto en Madrid como en Nimes en donde se repartieron trofeos como volantes de kermes (13 orejas y un rabo), y en donde la mayoría de la prensa especializada se encargo de escribir y expresar calificativos tales como: apoteósico, extraordinarios, inolvidable, etc., sin que a muchos nos hayan quedado claros los méritos técnico-taurinos de cada una de esas faenas para coincidir en dichos halagos.
La pregunta que todo esto nos lleva a hacernos es: ¿Por qué tantos premios y triunfos en las corridas de rejones?, ¿Por qué los rejoneadores tienen un sin número de Puertas Grandes en su haber?, pues la primer respuesta que se me viene a la cabeza es que el “público” de rejones no es el mismo que el del toreo a pié. El de rejones es distinto e indiferente al toreo de a pié, no le gusta y por lo tanto no lo entiende ni le interesa.
Prefieren el espectáculo y las acrobacias que de alguna manera ofrece el rejoneo, con un poco de menos riesgo de un percance, lo que produce un ambiente de fiesta que se desborda al final de la faena sacando el pañuelo blanco casi de forma automática.
Con esto no digo que en el rejoneo no se pueda desarrollar el “buen torear”, por supuesto que se puede, la diferencia está en que pocos son los que lo perciben y lo destacan. Cuántos de esos asistentes a este tipo de corridas conocen las diversas formas de colocar banderillas, cuantos saben que es “el pasaje”, “el paso Español” o el “terra-terra”, creo que muy pocos.
Las técnicas del rejoneo deben de difundirse, hay que culturizar al asistente para que a través del conocimiento pueda apreciar con mayores bases los méritos del caballo y del caballero y al final tener una mejor perspectiva de la faena y así solicitar un premio acorde a lo acontecido.
De igual manera tal como se hace en el toreo a pie, se debe de analizar las condiciones del toro, ya que en base a ello el rejoneador deberá de realizar su lidia, analizar la zona en que cae el rejón de muerte, la colocación de las banderillas, diferenciar un toreo a la grupa o al estribo, el temple con que se torea y otras cosas más, que nos permitirán, a fin de cuentas, tener un mejor concepto de este bello arte.