Muchas cosas podrían cambiar en Colombia tras la jornada electoral del fin de semana, cuando se envió un significativo mensaje a los extremos políticos
Pedro L. Jáuregui
Muchas cosas podrían cambiar en Colombia tras la jornada electoral del fin de semana, cuando se envió un significativo mensaje a los extremos políticos que han sumergido al país en una bañera de sangre con la única intención de gobernar y robarse al país por medio del terror.
Los electores se inclinaron por aspirantes que pertenecen a los sectores de centro y centroizquierda, cansados que el erario público sea saqueado por un grupo minúsculo de familias y una violencia progresiva.
Los jefes políticos de los partidos identificados con polarizar el país se vieron avasallados por los votos de castigo de una comunidad que ve cómo sus hijos, padres, hermanos y amigos son asesinados porque piensan diferente o quieren tener una nueva vida, como los exguerrilleros que prefirieron el llamado de la paz en vez de seguir en la selva.
A lo anterior se suma el aumento progresivo de los asesinatos de miembros de las comunidades indígenas, porque no quieren abandonar sus tierras y piden que se respeten sus tradiciones, todo porque algunos de sus integrantes han sucumbido a las tentaciones de los grupos antisociales.
Las estadísticas muestran que desde la firma del Acuerdo de Paz hasta la fecha, más de 180 excombatientes han sido asesinados. Desde el 24 de noviembre de 2016 cuando se firmó el acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y la extinta guerrilla de las FARC hasta el 20 de julio de 2019, han sido asesinadas 765 personas reconocidas como dirigentes en sus comunidades y excombatientes que se acogieron al proceso firmado en La Habana, Cuba.
El propósito de los violentos es que el país se mantenga en la vorágine de acabar con las personas vinculadas al proceso de paz en su calidad de exguerrilleros o colaboradores. El momento es similar al vivido en las décadas de 1980 y 1990 cuando fueron asesinados los principales integrantes del grupo político de la Unión Patriótica-UP, en medio de la apatía del Gobierno.
Las cartas están echadas, falta ver sí la corrupción y la violencia siguen al frente.
AMIP.