La tradición mexicana nos permite estar sumamente familiarizados con el comercio tanto informal como ambulante, desde el que es semi-permanente hasta el que es eventual como los tianguis
Raúl D. Lorea/Columnista
La desaceleración económica global que ha provocado la pandemia es otro de los grandes retos a afrontar. Los gobiernos se han visto en el gran dilema de limitar o permitir la movilidad urbana para mantener un flujo económico local.
Día con día nos vamos enterando de personas que pierden sus empleos, basándose en las cifras del IMSS, el banco BBVA señala que la enorme pérdida de empleos formales de este año por el entorno pandémico provoca un retroceso equivalente a los empleos creados durante los últimos 2.5 años, igualando la cifra a la existente en 2018, dicha pérdida, de más de 1 millón de empleos, supera a la crisis de 1994-1994 y la de 2008-2009, donde se perdieron 193,000 y 327,000 puestos formales respectivamente.
Entre las acciones que se toman en otras ciudades del mundo para apoyar la economía local se encuentran la implementación de ciclovías emergentes como alternativa al transporte público, las campañas de consumo local, apoyos emergentes, empleos temporales… pero una que no se ha “formalizado” en México es: el Comercio Ambulante.
Según John Rennie Short, de la revista Arquine, el Primer Ministro chino, Li Keqiang, anunció planes de crecimiento económico que incluían la creación de 9 millones de nuevos empleos y la reducción del desempleo urbano a una tasa menor al 5.5%. Lo que asombró fue su énfasis en el comercio callejero, o como lo conocemos en México, comercio ambulante.
La tradición mexicana nos permite estar sumamente familiarizados con el comercio tanto informal como ambulante, desde el que es semi-permanente hasta el que es eventual como los tianguis.
Resultará un tanto contradictorio analizar la viabilidad del comercio ambulante como una opción para impulsar la deteriorada economía nacional, pero podrían buscarse mecanismos fiscales y jurídicos para impulsar e incentivar lo que sistemática se combatió durante los últimos años.
Desde el urbanismo, el comercio ambulante ordenado ayuda a dar vida al espacio público, genera sentido de pertenencia, crea tradición y contribuye a la economía local.
¿Usted estaría de acuerdo, amable lector(a), con la autorización estratégica de algunos locales o puestos ambulantes para apoyar la economía local?