Roberto Mendoza
Las reformas estructurales no resultaron en su momento, ni ahora, la solución que se esperaba. No bajó el costo de la luz, ni del gas, ni de las gasolinas, tampoco se generaron más empleos, no hubo, ni hay mayor transparencia. Sí hay un poco más de competencia en la venta de gasolina, pero como el único que vende el producto sigue siendo Pemex, no es una competencia real. Sí hay, hoy, empresas que autogeneran su energía eléctrica y sí les cuesta más barata, pero la disminución del costo de sus mercancías es marginal y nosotros casi no lo notamos.
La nueva reforma eléctrica, no garantiza que habrá disminución del costo de lo que todos conocemos como “la luz” la única promesa es que la energía eléctrica volverá a ser nuestra, que el país será dueño de su producción y distribución. Mediante este discurso se pretende evocar la gesta heroica de la nacionalización petrolera y alzar al presidente Obrador como el paladín que defendió con todo un recurso que es sólo de los mexicanos.
¿Qué es lo que va a pasar con esta reforma? A nuestro bolsillo, en el corto plazo, nada; por el momento seguiremos pagando la luz cara, en algunos estados de la República muy cara, en otros debido a diversos subsidios menos cara, pero siempre con el temor y hasta con la paranoia de que cada vez que vemos el recibo, el pago sea más alto y no hay como evitar pagar, las reclamaciones son burocráticas y largas y eventualmente casi siempre el consumidor pierde, mientras que el corte de la luz es ágil y rápido, con sus terribles consecuencias, pues prácticamente todo en nuestra casa es eléctrico.
Que en algunos hogares la luz sea un poco más barata es una ilusión, porque ese coste se reparte entre todos nosotros, no se sienta usted beneficiado. Por ejemplo, si en esta temporada de lluvias tuvo la mala suerte de que se le metiera el agua en su casa, no es que el gobierno no supiera que podría haber una inundación y no es que no quiera hacer alguna obra para evitar estas inundaciones, es que el dinero que se recaudó para hacer alguna obra hidráulica se diluyó en el subsidio, para que algunos tuvieran su luz más barata.
¿Por qué no tenemos mejores servicios, más medicinas, porqué el Insabi no es un sistema como el de Dinamarca? Porque el dinero que podría pagar esos servicios se va a las grandes obras que está construyendo el presidente, a sus programas sociales que regalan dinero, a subsidiar la gasolina y el gas bienestar. Después de que se vote en el Congreso se irá también a pagar los litigios internacionales que antepongan las empresas que producían electricidad y a evitar que la luz cueste más.
Y no sólo en eso se va la recaudación, se prevé que habrá más enfermos por la quema de combustóleo en las centrales eléctricas, por lo que el Insabi necesitará más dinero, también se tendrá que gastar en una campaña publicitaria carísima sobre toda esta épica que nos pretende vender el actual gobierno. Es una historia vieja, un capítulo de una telenovela de los 80’s, con personajes viejos, con ideas viejas que aburren a morir y no aportan. No sería grave si no fuera porque usted y yo la estamos pagando y seguiremos pagando las ocurrencias de los políticos que hoy están en el poder y los que seguirán, hasta que nos demos cuenta que son nuestros votos, nuestra voluntad y nuestra emoción la que determina quién nos gobierna y dejemos de ser rehenes de unos cuantos que, cada seis años, nos quieren vender su carísima, gesta heroica, soberbia y egocentrismo a plazos y con muy altos intereses.