El ingeniero e inventor Nicola Tesla, nacido en el siglo XIX, visualizó al universo en términos de energía, vibración y frecuencia
Los Blanchet
La resonancia es un efecto físico cuya definición de diccionario es “la cualidad del que hace sonar algo de manera repetida”, aunque de manera más amplia estaríamos hablando de un fenómeno en el que una fuente, al vibrar con una frecuencia, forma e intensidad, ‘contagia’ esa misma vibración a otros objetos, los cuales, por su naturaleza y constitución, están en condiciones de recibir esa energía y vibran en consonancia.
Por ejemplo, a raíz de los tradicionales sismos que azotan a este país –en particular a la CDMX, que resuena como cuerpo de guitarra ante los movimientos telúricos que se originan en otras regiones, como la costa del Pacífico– se encontró que algunos edificios nuevos y robustos sucumbieron al terremoto, mientras que otros del mismo rumbo, pero más antiguos y en peores condiciones generales, resistieron. La explicación que surgió tiempo después es que por su construcción, materiales y diseño, los edificios más afectados fueron los más resonantes al tipo de vibración específica del sismo en cuestión.
De la misma manera, la mente resuena con las vibraciones que le son de naturaleza afín: imágenes, sonidos y palabras, que retumban en la mente consciente, pero principalmente en el subconsciente, esa bestia inexorable que ocupa el 95 por ciento de nuestra función cerebral. Esto lo han sabido los políticos desde tiempos remotos. Un verdadero líder (especie en vías de extinción) enviará mensajes enfocados y congruentes que harán reaccionar y resonar a la parte positiva de las mentes de sus seguidores con el fin de alcanzar objetivos específicos y benéficos para su colectividad. Si el mensaje va acompañado de una dosis de carisma y personalidad, el efecto será arrollador.
Por otro lado, –la historia y la actualidad están plagadas de estos– están los dirigentes que apelan a las vibraciones de frecuencia más baja que subyacen en la mentalidad de los perennemente castigados pueblos a su cargo. Encender la mecha del resentimiento, la venganza y la confrontación ha sido el recurso fácil y barato efectivamente aplicado en amplísimas regiones de nuestro continente con fines de dominio, enriquecimiento y prolongación en el poder de manera vitalicia, no de búsqueda de resultados reales.
El ingeniero e inventor Nicola Tesla, nacido en el siglo XIX, visualizó al universo en términos de energía, vibración y frecuencia, de manera que, cuando alguien nos sugiera ‘vibrar alto’, –que se traduce en actitud positiva y buen estado de ánimo–, no debe tomarse como una invitación ñoña o esotérica, sino de un asunto científicamente probado que incluso beneficia a nuestra salud, aumenta la creatividad y nos permite enfrentar mejor la adversidad. A vibrar alto, cuates, quién quita y algún día la política deje de operar en función de los gobernantes y comience a hacerlo en función del colectivo de la sociedad.
AJOS Y CEBOLLAS
Cuando hablamos de canasta básica, inmediatamente pensamos en leche, huevos, frijoles, arroz, azúcar, frutas, verduras y, en mi caso, terapia psicológica. Esto está sustentado en el principio básico de subsistencia de cualquier ser humano, pero desafortunadamente en este país, al igual que en otros del tercer mundo, el mantener un “pueblo bueno” con hambre y limitaciones es el sistema de control y sometimiento más eficaz que aplican los poderes en turno.
Este berrinche viene de mi inevitable labor de proveer y salir en búsqueda periódica de los alimentos para mi familia, conformada por dos humanos y un felino, pero que consumimos como niños de internado.
He de confesar que ir al supermercado es una de las cosas menos favoritas que realizo, porque a pesar de que suelo llevar una meticulosa lista en mano para no desequilibrar el sistema bursátil de mi hogar, siempre termino gastando como hija de Slim, que resulta en una cruda moral por no haber respetado el plan de austeridad republicana, y más cuando se va cruzando la humillante cuesta de enero.
Todo comenzó el día de ayer, cuando me injerté en mi traje de ‘la Patita’ y dirigí mis pasos hacia el supermercado más económico de los muchos que existen. Mi santo marido, con manos temblorosas, me dio la tarjeta de crédito (porque la de débito está más vacía que un pozo en el desierto) y me suplicó de la misma manera que Gene Simmons hace con su esposa Shannon cuando sale de compras en Beverly Hills, armada con los poderosos plásticos: ‘¡don‘t buy America!’ Aunque la comparación puede ser extrema, ya que solo soy “Totalmente La Cruz”.
Al arribar al lugar donde supuestamente una mujer es feliz, entré en estado de pánico incontrolable, ya que, conforme me acercaba al área de frutas y verduras, comencé a ver a la gente paralizada ante los exorbitantes y groseros precios de los alimentos. Sentí miedo al acercarme al contenedor de los limones. Me imaginé dejando caer, sin querer, el fruto exótico proveniente del árbol del Citrus e imaginé que me lo cobraban como un Swarovski. Entonces volteé y vi a una buena mujer que se encontraba a mi lado con la misma intención que yo, y le propuse: ¿qué? ¿compramos medio y medio? A lo que la dama me respondió: ¿medio kilo y medio kilo? No, le dije con mucha seguridad: ¡medio limón!
Del huevo, el aguacate Hass, la papaya maradol y demás, ni les cuento. Entonces muy segura de mí misma, agarré un ramito de perejil (que después me di cuenta que era cilantro, siempre los confundo), un pepino, tres jitomates y me dirigí a la caja rápidamente, asegurando en voz alta: eso es todo, porque ¡hoy comenzamos la dieta!
SIN FRENOS
La industria automotriz en nuestro país ha sufrido una serie de reveses durante los últimos dos años. Por un lado, la baja en las exportaciones de autos y en las ventas en general –producto de la pandemia, el encierro y la contracción económica– y, por otro, la escasez de componentes como semiconductores provocaron al sector una contracción del 2 por ciento, según reportes de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA). Agregue a ello los incentivos que el Gobierno norteamericano ha implementado para la compra de autos eléctricos de manufactura americana (contra lo que no podemos competir, ya que en México vamos en la dirección opuesta), lo cual junto con la renovada facilidad para legalizar autos ‘chocolate’ constituyen la receta ideal para la caída de la industria en cualquier lugar del mundo.
Esta semana, el Ejecutivo estatal, Mauricio Kuri, se reunió con representantes del clúster automotriz, con el que se comprometió a seguir impulsando el crecimiento de las empresas del sector, e informó sobre la atracción de capitales que se está concretando en el estado. Nadar a contracorriente y con inteligencia es lo que nos queda y con buenas posibilidades de éxito para este sector que ha sido pilar añejo de la economía estatal, con la buena noticia de la recuperación de las exportaciones queretanas de equipo de transporte al cierre del 2021. A darle, pues.
Le esperamos hoy a las 21:00 horas en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por ‘streaming’ en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita aquí el próximo jueves… para echarnos otro caldito.
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