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Los de 37 años le temen a sus empleados de 23 años

Emma Goldberg Como una milenial a la que le gustaba chismear en TikTok, Jessica Fain sabía que los pantalones de mezclilla entubados y peinados con la raya en medio estaban camino a la extinción, pero cuando Fain, quién- trabaja como jefa de productos en una empresa tecnológica grande, se enteró de que algunos de sus … Leer más

Emma Goldberg
Como una milenial a la que le gustaba chismear en TikTok, Jessica Fain sabía que los pantalones de mezclilla entubados y peinados con la raya en medio estaban camino a la extinción, pero cuando Fain, quién- trabaja como jefa de productos en una empresa tecnológica grande, se enteró de que algunos de sus emojis favoritos también se acercaban a la edad de jubilación —en especial el de la cara que ríe con lágrimas en los ojos— decidió asesorarse con sus colegas más jóvenes.

Fain tiene la edad suficiente para recordar cuando los mileniales determinaban qué era lo que estaba en boga: los atuendos de una sola pieza, el color rosa claro, la cerveza artesanal, el ‘Netflix and chill’ (un eufemismo para referirse al sexo casual). Ahora sus colegas le hacen sentir que pronto recibirá su credencial de adulto mayor. Sutil, pero innegablemente, como suele suceder con los cambios generacionales, hay una nueva camada de empleados que determinan las normas y estilos del lugar de trabajo. No tienen reparos en cuestionar no solo el uso de los emojis, sino todas las actitudes anticuadas de sus jefes un poco mayores, desde sus opiniones sobre la política en la oficina hasta su obsesión misma por el trabajo.

“Sé con toda certeza que no soy nada ‘cool’”, expresó Andy Dunn, de 42 años, cofundador de la marca de ropa de lujo Bonobos, que en su día fue el uniforme de un subgrupo de hombres milénicos. “He llegado a aceptarlo”.
Es una línea de fractura que atraviesa sectores y temas. En una empresa de venta al por menor con sede en Nueva York, los gerentes se mostraron contrariados al encontrarse con empleados jóvenes que querían tiempo libre remunerado para lidiar con la ansiedad o los cólicos menstruales. En una empresa de suplementos, una empleada de la generación Z cuestionó por qué se esperaba que tuviera una jornada estándar de ocho horas cuando quizá terminaría sus obligaciones más temprano. En una empresa de biotecnología, el personal de nivel básico delegaba tareas al fundador.

“Estas generaciones más jóvenes están descubriendo algo y su actitud es: ‘Oigan, chicos, resulta que no tenemos que hacer las cosas como estos viejitos quieren que las hagamos”, afirmó Colin Guinn, de 41 años, cofundador de la compañía de robótica Hangar Technology. “En realidad, podemos hacer lo que queramos y ser igual de exitosos’. Nosotros, los viejos, pensamos: ‘¿Qué está pasando?’”.

La generación Z no duda en actuar

Desde mediados de los 2000, la salida de los milénicos de la universidad a la fuerza laboral suscitó una avalancha de columnas de consejos sobre la contratación de miembros de esta generación testaruda. “Estos jóvenes te dicen a qué hora es su clase de yoga”, advertía un segmento del programa noticioso ‘60 Minutes’ en 2007 titulado ‘Los milenials están a las puertas’.

Con el tiempo, esos milénicos se convirtieron en gerentes y los lugares de trabajo fueron remodelados a su imagen y semejanza.

Las fricciones generacionales son ahora más evidentes en las empresas dirigidas por un grupo demográfico mayoritariamente milénico.

De cualquier manera, muchos gerentes sienten que ignorar las diferencias entre los jóvenes y los quizá no tan jóvenes no es una opción viable, pues estas estructuran la contratación, la mercadotecnia. A lo largo del último año, han definido cómo las empresas responden ante un país en alboroto.

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