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Georgia y el ‘flashback’ de su guerra con Rusia

A Soviet-era housing complex in Tbilisi, Georgia, on March 14, 2022. Russia invaded Georgia in 2008. To many Georgians, that means the country should stand unequivocally with Ukraine. But the government is more cautious. (Laetitia Vancon/The New York Times)
A Soviet-era housing complex in Tbilisi, Georgia, on March 14, 2022. Russia invaded Georgia in 2008. To many Georgians, that means the country should stand unequivocally with Ukraine. But the government is more cautious. (Laetitia Vancon/The New York Times)

Rusia invadió áreas de su vecino hace 14 años y los militares rusos aún protegen Osetia del Sur y Abjasia, dos estados que se separaron de Georgia en los 90.

Patrick Kingsley52

Cuando escucha las noticias más recientes de Ucrania, Tina Marghishvili, una agricultora georgiana, recuerda el bosque que plantó su padre. Se acuerda de la casa de su infancia, de sus vacas, de su huerto familiar, de todas las tierras y pertenencias que su familia no ha visto desde 2008, cuando los militares rusos los obligaron a abandonar su ciudad natal durante la guerra ruso-georgiana de ese año.

“Veo las noticias de Ucrania, me acuerdo de 2008 y me pongo a llorar”, comentó Marghishvili, de 57 años, y quien ahora vive en un campamento para georgianos desplazados por esa guerra de 2008. “Georgia debería sancionar a Rusia, bloquearla y boicotear sus exportaciones”.

Para Marghishvili, el gran misterio es: ¿por qué no ha hecho eso el Gobierno
georgiano?

A lo largo de las fronteras de Rusia, en países postsoviéticos como Georgia, que siguen atrapados entre la influencia rusa y la occidental, la invasión rusa de Ucrania ha planteado a los gobiernos un dilema estratégico.

Además de Bielorrusia, ninguno ha respaldado la ofensiva rusa ni se ha opuesto firmemente a ella, temeroso de molestar a un vecino dominante, una importante fuente de comercio y remesas, garante de la seguridad de algunos países y agresor potencial para otros.

Georgia, país pequeño y montañoso de 3.7 millones de habitantes, es quizá el país que enfrenta más tensiones. Rusia invadió partes de Georgia hace 14 años y los militares rusos aún protegen Osetia del Sur y Abjasia, dos estados secesionistas que se separaron de Georgia en la década de 1990 y luego se expandieron en 2008. Esto ha hecho que Rusia controle ‘de facto’ aproximadamente una quinta parte del territorio georgiano, incluida la ciudad de Osetia del Sur, donde vivía Marghishvili.

Para el Gobierno georgiano, esta precaria dinámica hace que no sea prudente hablar con demasiada fuerza contra Rusia, no sea que esta se vuelva contra Georgia.

“Vivimos junto a un volcán”, señaló Giorgi Khelashvili, legislador del partido gobernante de Georgia, Sueño Georgiano. “El volcán acaba de entrar en erupción y da la casualidad de que la lava está fluyendo actualmente por el otro lado de la
montaña”.

Sin embargo, ese enfoque cauteloso ha puesto al Gobierno georgiano en desacuerdo con la mayor parte de su población, creando un choque mucho más agudo entre la opinión mayoritaria sobre Ucrania y la política del Gobierno que en la mayoría de los demás países europeos.

Encuestas recientes sugieren que casi el 60 por ciento de los georgianos quieren una postura más firme sobre Ucrania por parte de sus funcionarios electos y muchos han colgado banderas ucranianas de sus apartamentos y oficinas en Tiflis, la capital de Georgia. Decenas de miles de georgianos se han manifestado para apoyar a Ucrania y criticar el enfoque equívoco del Gobierno con respecto a un país hermano.

“Somos tierras diferentes y países diferentes, pero tenemos el mismo cielo y tenemos el mismo enemigo”, opinó Dato Turashvili, un popular novelista georgiano y uno de los muchos georgianos que ondean una bandera ucraniana frente a su casa.

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