En algún lugar del mundo, por Vladimir Ponce

Es importante para el ejercicio de vivir generar determinadas preguntas que se revelen como soluciones a las dificultades que exige día a día el existir

Vladimir Ponce

Muchas de la masas solo presentan quejas, dada su nula capacidad para resolver varias de las circunstancias que se les presentan en contra, muchos seres humanos deciden renunciar ante las barreras que se les presentan, por mínimas que éstas sean.

¿En dónde tiene origen este estado de derrota de los seres humanos? ¿Por qué es más fácil derrotarse que aclamar la victoria? ¿Por qué la programación de muchas de las mentes humanas exalta más el perder que el ganar?

Es importante para el estudio de la ética este asunto del comportamiento humano, si bien algunas disciplinas, como es el caso de la psicología, afirman que muchas de estas cuestiones tienen su génesis en ese ‘lugar’ denominado mente, es también cierto que esas resoluciones mentales tienen un alto grado de practicidad en la vida cotidiana de los individuos; como primer punto, podría ser el asunto de la relación trabajo-éxito, y es según el estilo de vida que se elija el que mantendrá cierta coherencia con ese trabajo-éxito, es decir, se podría considerar como alguien exitoso a quien conduzca un carro de lujo, producto de su trabajo y esfuerzo, pero dado el sistema económico, la mayoría de estos sujetos tiene deudas por pagar ese estilo de vida superficial, estilo que lo mantendrá encadenado al mundo crediticio.

Por otra parte, apelando a ese trabajo-éxito, existen los individuos que tratan, a toda costa, de romper ese enajenante estilo de vida, esa meta superficial de triunfo. En el mundo del materialismo histórico la palabra economía juega un importante y fundamental papel, ya que se relaciona hoy día el éxito con la posesión, pero ¿qué es lo que realmente necesita el ser humano parar vivir? De entrada concierne a asuntos de la alimentación, problemáticas de las que se sabe gracias a los medios de comunicación, y en donde nombres como Somalia han plasmado fuertes imágenes de situaciones precarias de alimentación.

Ahora, si la alimentación es el principio fundamental para la vida, ¿por qué no generar la propia? En muchos de los países llamados de primer mundo, las sociedades han iniciado un nuevo estilo de vivir, alejados de productos innecesarios, son comunidades que siembran su comida, comunidades que producen para sí mismas, y con ello rompen el eslabón económico que de alguna manera se presenta como un nuevo esclavismo.

Individuos esclavos con el último modelo de ‘iPhone’, con el auto último modelo, sujetos que probablemente han dejado de disfrutar el mundo por vivir encerrados en una oficina, en el universo digital. Es probable que en el transcurso de la historia este patrón se haya repetido ya, el ser humano es propenso a evadir la realidad, los individuos son esclavos de mundos que solo existen en su cabeza, de hecho, las grandes utopías de geniales pensadores son también un asunto de enajenación.

Se podría considerar también la educación como un mero asunto enajenante y adoctrinante, en donde se programan millones de cerebros para generar las mismas ideas, los mismos objetivos, para que todos los seres humanos piensen de la misma manera, y todo esto parece tener algo de realidad, solo basta con observar las revoluciones sociales en la historia, en donde todo después del caos vuelve a su mismo cauce, mentes y conductas programadas para la derrota, para el caos.

Es tiempo de generar alguna fuente de esperanza que provenga de lo más recóndito del pensamiento, del corazón, de la voluntad, de los sentimientos de individuos libres, de sujetos que comprendan que la verdadera revolución está en sí mismos.

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