El próximo día 19 de enero se cumplen 68 años de la solemne coronación de la imagen de la Virgen de Guadalupe, que se venera desde hace siglos en el actual Santuario dedicado a ella. Nuestra ciudad se ha distinguido desde siempre por una devoción filial a la Virgen del Tepeyac, y prueba de ello fue este acontecimiento que se realizó en el año de 1949, en medio de una paz y una tranquilidad propia de los sanjuanenses, después de varios años complicados derivados de la Revolución Mexicana y de la guerra de persecución religiosa.
La devoción hacia la Virgen de Guadalupe, lejano de ser solamente una situación en el ámbito religioso, es un factor de unión entre los sanjuanenses, tanto los oriundos como los que han llegado para ser vecinos de esta hermosa ciudad que, por situaciones que solamente la historia tiene contemplada, la ciudad se fundó en el año de 1531, en el mismo año de las apariciones de la Virgen en el Tepeyac al vidente Juan Diego.
Puedo asegurar que no hay espacio de la ciudad en donde no se encuentre una imagen de la Virgen de Guadalupe, signo de esta devoción tan arraigada que se tiene en esta ciudad, y así podemos ver las bellas imágenes de la guadalupana que se tienen en cada templo de la ciudad; las bellas imágenes que poseen los mayordomos de cada una de las diputaciones que existen en la ciudad y que algunas son sumamente hermosas; las bellas imágenes que existen en las casonas antiguas de la ciudad, desde las que fueron elaboradas por grandes pintores mexicanos como Miguel Cabrera, hasta las creadas por pintores locales, como el afamado Anacleto Badillo, obras todas ellas de admiración. Pero si uno camina por las calles de esta ciudad vamos a encontrar mosaicos, esculturas, fotografías y cromos de la Virgen de Guadalupe, lo mismo en mercados, como en escuelas, lo mismo en alguna plaza como en lo alto de los cerros, o qué decir en los negocios de la ciudad o incluso en las oficinas públicas en donde parece que la Virgen de Guadalupe hace caso omiso al llamado Estado laico.
Los sanjuanenses la invocan como madre, como protectora, como ayuda permanente, abogada y su más grande título otorgado, sin duda alguna, es el de reina. Título que surge por la iniciativa de un pueblo y por la iniciativa en específico de una persona, y me refiero a la brillante idea de don Sebastián Cabrera, quien fue el que propuso la brillante idea de coronar a quien desde siempre ha sido nuestra reina.
La idea manifestada por el señor Cabrera, toma mayor énfasis en el entonces cura párroco de la ciudad, el padre Don Guillermo Romero quien en 1946 lanza a la feligresía dicha idea, pero no la concluye. Sin embargo quien la lleva a feliz término es el padre Francisco Paulín, quien retoma con más ánimo y entusiasmo hasta que concluye con el acto solemne donde los súbditos sanjuanenses le ofrecen una imperial corona de oro y piedras a la Madre del verdadero Dios por quien se vive, en una de las pocas ceremonias que han paralizado por completo la ciudad.
El gran día 19 de enero de 1949, a las 11:00 horas en un gran solar al lado de la antigua Hacienda de la Venta, ubicada a las afueras de la ciudad y que desde la época virreinal es un punto de referencia para los sanjuanenses, los ilustres obispos don Manuel Martín del Campo y Padilla de la Diócesis de León, Guanajuato, y con la representación del entonces arzobispo primado de México, el gran Luis María Martínez y Rodríguez, y Don Marciano Tinajero y Estrada, gran obispo de la Diócesis de Querétaro, a quien se le recuerda por su gran empeño a la educación de la juventud queretana, colocaron la hermosa corona con la que los sanjuanenses reconocieron el reinado de la Virgen de Guadalupe sobre esta noble ciudad.
Fue tanta la alegría del pueblo, que incluso al momento del traslado de la sagrada imagen, los miembros del ejército nacional que tenían su cuartel militar en la antigua Calle Real, salieron y al paso de la imagen coronada, se formaron para el pase de honor y le brindaron honores propios de una reina, honores que el solo se le brindan a los jefes de estado, pero que en esa ocasión se le brindaron a quien el pueblo había escogido para reina de la ciudad.
A 68 años de distancia los sanjuanenses recordamos este gran acontecimiento, que, sin duda, ha quedado guardado en la historia de la ciudad y en la historia de sus habitantes.
