¿Qué hora es? La hora que usted diga, señor presidente. Las últimas semanas han sido cruciales para lo que será el Ejecutivo federal. A prácticamente cuatro días de tomar posesión, “el mesías tropical” –como lo denominaría Krauze– ha demostrado una conversión que se tornó inquisitiva e incongruente. Tengo la certeza de que una porción considerable de sus votantes están decepcionados.
Desde las campañas electorales sabía que mi candidato, José Antonio Meade, no tendría oportunidad de ganar la contienda; desafortunadamente, el partido en Los Pinos es azotado por una cúpula añeja que no permite el acceso de nuevos prospectos. Así que imaginé el panorama nacional con el puntero en las encuestas: Andrés Manuel. En lo personal, deduje que iniciaría una etapa de transición que podía encausar dos vías: La continuidad o la imposición de un régimen arisco.
Uno de los principios constitucionales de mayor importancia con antelación a la Carta Magna de 1917 fue la división de poderes y el respeto a la soberanía de los estados; los grandes intelectuales, doctrinarios y líderes en general, incluso desde la temporalidad del siglo XIX, promovieron, en su calidad de poder constituyente, la edificación de las primeras columnas democráticas que hasta hoy tienen soporte.
AMLO en sus múltiples apariciones públicas estipula, protege y acoge, las atribuciones que ejercerán los delegados, quienes representarán un enlace de colaboración entre la federación y las entidades. Sin embargo, dentro del análisis se puede inferir la atracción de los asuntos que respectan a los gobernadores por parte de estas figuras similares a los señores feudales, lo cual significa una total intromisión sin apego a las competencias.
Lo que me parece preocupante es la forma de legitimar el actuar del próximo mandato; las consultas carecen de legalidad, veracidad y transparencia. Ante la incertidumbre del impacto que tendrán las decisiones administrativas, agregaría a la sumatoria un Congreso de la Unión “allanado” que no cumple con otro elemento fundamental de nuestro sistema jurídico: pesos y contrapesos.
Deseo que la SCJN conserve su imparcialidad y consigamos estabilidad como país.