La gran final de la Copa Libertadores se ha vendido en Sudamérica como ‘la final del mundo’, la final más grande que se haya dado alguna vez a nivel de clubes, pero esto está muy lejos de ser verdad, más con lo que pasó este sábado en Buenos Aires, y tuvo que ver con todo lo que está mal en el deporte y en muchas sociedades, y no con futbol. River y Boca definirán al campeón hasta dentro de varios días, todo esto porque un grupo de inadaptados, de delincuentes y de bestias que se escudan en el futbol para hacer desmanes volvieron a aparecer.
El ‘mayor operativo de seguridad en la historia del futbol argentino’ resultó un chiste. No entiendo cómo una intersección cerca del estadio podía estar repleta de ‘aficionados’ de River sin control policial. No entiendo cómo solo unas cuantas motos ‘protegían’ el autobús de Boca. No entiendo cómo hay gente tan idiota que lanza objetos y gas con la intención de dañar a jugadores. Es futbol, no una guerra.
Es una vergüenza, un reflejo de muchos problemas sociales no solo en Argentina, sino en muchas partes de Latinoamérica, ya que aunque las pasiones se desbordan en todos lados, eso no lo vemos casi en Europa. Aunque en México sucede, aún son casos aislados, mientras que en Argentina es el pan de cada jornada.
Este no es el mejor partido del mundo ni la mejor rivalidad, porque ni Boca ni River tienen el número de aficionados que los gigantes europeos. Además, mientras un clásico en las grandes ligas de Europa está lleno de estrellas, la final de la Libertadores nos ofrece a dos plantillas de medio pelo si las comparamos con los grandes del viejo continente, además que la Libertadores sigue siendo un torneo ‘primitivo’ con reglas ambiguas y muchas veces poca o nula organización.
Este no es el clásico del mundo, porque para serlo tendríamos que estar hablando de futbol, no de violencia ni de desorganización por parte de la propia Conmebol, que de tener mayor seriedad debería sancionar a River, pero no lo hará, tanto porque las consecuencias pueden ser mayores en Argentina, tanto porque en casos similares previos no ha pasado tampoco nada con ningún equipo. River y Boca pudo ser una gran final y puede que lo sea cuando por fin jueguen, pero de momento ha sido un espectáculo lamentable en ‘la gran no final’ de la Libertadores.