Maureen Dowd
Washington extrañará a Gérard Araud, pero él no extrañará a Washington.
La capital tiene demasiadas ardillas, dice, sin mencionar al presidente que se comporta como ardilla.
En sus entrevistas de despedida, el embajador francés saliente atacó alegremente a Donald Trump por ser un rey Sol caprichoso, impredecible y desinformado. También fue tras los políticos y los medios por reaccionar de manera exagerada a todo lo que hace Trump.
“Es una ciudad que le teme a Trump y se siente personalmente atacada por él”, me dijo. “En todas las cenas, hay anécdotas acerca de Donald Trump. Pero si sales de Washington, D.C., y pasas dos días en Seattle y Chicago, nadie pronuncia la palabra ‘Trump’”.
Tuve varias charlas largas con el encantador y vigorizantemente franco Araud mientras empacaba sus pertenencias, entre ellas su adorada colección de Tintin. A sus 66 años, comenzará desde cero en Manhattan. Está escribiendo un libro de memorias y quizá se una a Attias, una firma de comunicaciones.
El diplomático, cuya carrera abarcó los gobiernos desde Reagan hasta Trump, interpretó el papel de Alexis de Tocqueville analizando nuestra histeria trumpiana: “Lo relaciono con un dicho chino: ‘Cuando el dedo señala la Luna, el tonto ve el dedo y el hombre sabio ve la Luna’. En cierto sentido, Trump es el dedo. Creo que Washington, D.C., está demasiado obsesionado con el dedo y debería voltear a ver la crisis” revelada tras la elección de 2016.
Dijo haberles señalado a los demócratas durante el quejumbroso periodo posterior a esa elección que sus propias estadísticas debieron haberles mostrado que muchos estadounidenses se sentían económicamente inestables.
“Creo que el genio —sí, estoy usando la palabra ‘genio’— de Donald Trump es que pudo percibir la crisis”, comentó.
Araud señaló que los republicanos ahora están “trumpificados”.
“Antes había un Partido Republicano que abogaba por el libre comercio, el intervencionismo en la política extranjera y estaba vinculado con los límites presupuestales”, dijo. “Y de pronto el Partido Republicano se está desplazando hacia el proteccionismo, el nacionalismo, la defensa de la identidad. Está pasando exactamente lo mismo con partidos conservadores en todas las democracias occidentales. La democracia social está sufriendo un coma en Europa, así que creo que las elecciones de 2020 serán totalmente fascinantes en Estados Unidos porque el Partido Demócrata se verá obligado a responder esta pregunta: ‘¿Qué significa ser parte de la izquierda en Estados Unidos?’”.
Al igual que los demócratas en 2016, Emmanuel Macron subestimó el resentimiento que se gestaba debajo de la superficie, comentó: “En gran parte fue electo por los incluidos en contraposición a los excluidos. Además, no ha podido ampliar su popularidad más allá de las personas que se sienten cómodas en un mundo globalizado, básicamente”.
Ve similitudes entre Macron y Barack Obama. Creo que son hiperracionales, y eso puede parecerles condescendiente a muchas personas”, señaló. “En cierto sentido, incluso desprecian las pasiones”. Sonriendo, dijo que ambos eran “demasiado delgados” y “demasiado elegantes” como para que la gente ordinaria se identificara con ellos.
Hablé con Araud acerca de la terrible imagen de Notre Dame en llamas. “Francamente, si me hubieras preguntado antes del incidente qué significa Notre Dame para mí, no habría tenido una respuesta en particular”, dijo. “Es una catedral linda, pero no la catedral más hermosa de Francia. Sin embargo, después de cinco minutos de ver las llamas, estaba llorando, pues de pronto me di cuenta de que podría desaparecer”.
Dijo que se sentía “abrumado” por los montones de flores que aparecieron en su embajada en Washington y en la residencia del embajador.
Araud dice que Trump es “un bocón”, pero, como alguna vez me lo dijo él mismo, “supongo que yo también tengo la boca suelta”. Tuvo que borrar un apasionado tuit la noche de las elecciones: “Se está colapsando un mundo ante nosotros. Vértigo”. No obstante, como el primer embajador en D.C. en hacer un escándalo con la diplomacia de Twitter, siente empatía por la actitud descontrolada de Trump en Twitter.
“Para ser franco, la prensa se opone tanto a Trump que entiendo que su reacción natural sea saltársela y publicar directamente en Twitter”, dijo.
Cuando llegó a Washington, Araud salió del clóset durante una entrevista con un reportero estadounidense: se mostró envalentonado por la repugnancia que siente al rechazo al matrimonio igualitario en Francia. Antes de que Pete Buttigieg normalizara el hecho de ser homosexual en una campaña presidencial, Araud normalizó la idea de un embajador francés gay que vive abiertamente con su pareja.
“En mi país, seguimos la filosofía de ‘no digas y no preguntes’”, dijo. “En Francia, la vida privada es privada. Así que no me estaba ocultando, sino que simplemente no hablaba al respecto”.
En una era en la que el presidente desprecia a los partidos y asiste a eventos por toda la ciudad, Araud interpretó el papel del anfitrión, mientras que su amado, Pascal Blondeau, fotógrafo, se encargaba de la ambientación. Organizaban una mascarada y fiestas glamurosas de Navidad con adornos como un árbol invertido un año y, al siguiente, otro adornado con osos polares de peluche y perlas. La Navidad pasada, Blondeau, vestido como elfo leñador, se recargó en un árbol que habían colocado de costado.
Steven Mnuchin y Louise Linton iban a las fiestas, junto con Wilbur y Hilary Geary Ross y, en la que quizá sea su última aparición conjunta, Kellyanne y George Conway. Araud incluso persuadió con buen vino francés a Stephen Miller, el tirano de la inmigración, de asistir a su castillo.
“Le pregunté sobre el caos del gobierno, y su respuesta fue interesante porque dijo que en cierto sentido es deseable”, comentó Araud. “Porque el presidente no es un conservador tradicional. Así que, si quieres gobernar de otra manera en esta ciudad, estarás obligado a romper el modelo establecido”.
“El Estado profundo es real, aunque no en el sentido de las confabulaciones. Sin embargo, cuando Trump llegó a Washington, básicamente sin haber formado un equipo, sin experiencia, la gente estaba convencida de que lo manipularían. Pero no pueden manipularlo”.
Araud también se opone a la opinión general sobre Jared Kushner, pues dice que se trata de “un chico muy inteligente”.
Le emociona irse de la ciudad de cenas provinciales y madrugadoras, trajes holgados y “tristes”, y espantosos pantalones de mezclilla. Él y Blondeau, con todo y sus tigres, jirafas y osos polares de peluche, rentaron un lugar en la calle East 73rd. Es un vecindario “en el que me siento joven”, dice Araud sonriendo.