Para alcanzar el éxito en cualquier proyecto se requiere disciplina y constancia para lograrlo
Miguel Rodríguez
Trabajar en nuestros emprendimientos, dirigir nuestras empresas o simplemente esforzarnos en nuestros compromisos profesionales debe ser algo que nos resulte gratificante de hacer. La idea es que lo que realicemos no se sienta como una carga, como una mera obligación para recibir a cambio una remuneración. Debe hacerse con disciplina, con esfuerzo y siempre con las metas puestas en alcanzar otros escalones que nos permitan crecer en nuestros proyectos y en nuestra vida.
Muchos emprendedores y profesionales se apresuran con la finalidad de verse exitosos de inmediato, pero debemos ser conscientes de que todo sueño que tenemos es posible cumplirlo; no importa la edad en la que arranquemos, lo importante es ser conscientes de que se debe hacer con constancia y fe en nosotros mismos, así como en nuestras capacidades.
Lo más importante es la disciplina para llegar al éxito. La disciplina no es igual a abusar de nuestros horarios, de nuestra salud física, no es pensar en trabajar 24 horas los siete días de la semana; eso no nos hará llegar a la meta. Vivimos en un mundo en el que queremos todo ya, vivimos en un ‘corre corre’, como si nos estuviera dejando el avión, abusamos de todo y nos olvidamos de vivir.
Hablo de todo esto tomando como ejemplo el concepto japonés llamado ‘karoshi’, que significa: muerte por exceso de trabajo. Desafortunadamente en nuestra sociedad estamos siendo víctimas de este problema, que ya es de salud pública. Tan solo en Japón, según el Ministerio de Trabajo, unas 10 mil personas mueren al año por este problema, cifra similar a las personas que mueren en accidentes de tránsito.
El ‘karoshi’ es una epidemia de salud que se está volviendo cada vez más común en países de Sur y Centroamérica, y el único antídoto es el manejo sabio que nosotros mismos le demos al tiempo, a nuestras obligaciones y tareas; tiempo que también debemos destinar no solo a producir, sino a vivir, a nuestra familia, a nuestro hogar y entorno y, ante todo, a nosotros mismos. Trabaja, pero también lee, ora, medita y recárgate y continúa hacia la meta.