Alejandro Gutiérrez
La esclavitud en Cuba cada vez es más demostrable. Lo mismo que es el país que representa la mayor cárcel del mundo, con 794 reclusos por cada 100 mil habitantes, el mayor porcentaje de todo el planeta, a pesar de las mentiras y negativas de su Gobierno. Hace un par de meses, la Relatora Especial sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, dependiente de las Naciones Unidas ha emitido una denuncia calificando de “trabajo forzoso” el realizado por médicos cubanos en el extranjero, lo mismo que el de ingenieros, maestros y artistas en tareas similares. El señalamiento describe lo que ya se sabía desde hace mucho, respecto al timo que el Gobierno hace cobrando los sueldos de sus profesionales y el control férreo que ejerce sobre ellos y sus familias que quedan rehenes en la isla.
Entre otras cosas, ha salido a la luz el hecho de que el Gobierno cubano depende esencialmente de este dinero, pues representa el primer lugar de sus ingresos, aún mayores a los que recibe por turismo. De ese tamaño es el desastre de la economía cubana. Se ha documentado que alrededor de 30 mil profesionales, distribuidos en 67 países, son los que principalmente mantienen al parásito clan que se hizo del poder en Cuba hace más de 60 años. También indiscutible es que en ese país el tiempo se detuvo hace 60 años, en infraestructura, servicios, parque vehicular, libertades y esperanza.
Como se ha demostrado con el personal cubano expulsado de Bolivia a finales de noviembre, de 702 supuestos médicos, solo 205 lo eran con título, es decir, además de ser agentes adoctrinadores, el Gobierno cubano defrauda a sus clientes con personal no calificado. Por si fuera poco, echa por tierra la propaganda de ser un país con servicios médicos de calidad. No puede haberla si sus médicos no lo son.
Los médicos cubanos han sido echados ya de Brasil, en número de 11 mil; de Bolivia y de Ecuador, luego de ser admitidos por sus dirigentes populistas Lula, Evo y Correa. Los corrieron no solamente por los problemas políticos que causaron, sino por su falta de competencia profesional. La amenaza es que sean enviados a nuestro país, aprovechando la crisis causada por la brutal disminución de inversiones del Gobierno en el sector salud aunado a la desaparición del Seguro Popular. La señora alias Polevnsky es una ciega admiradora del sistema cubano, al igual que varios de sus correligionarios.