El 27 de diciembre de 1974, Hugo Torres participó en un comando sandinista que asaltó la residencia de uno de los ministros de Anastasio Somoza Debayle
Daniel Lizárraga
En unos cuantos días, el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua ha puesto bajo arresto domiciliario a cuatro candidatos opositores. Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro García no pueden salir de sus casas; la policía los vigila permanentemente. Los acusan de traición a la patria, entre otros delitos fabricados. Cuando la prensa trata de informar lo que sucede en las calles, hay represión y encarcelamientos. Esto es una dictadura. Un régimen totalitario encabezado por un exguerrillero.
El pasado domingo, circuló en redes sociales un mensaje del excomandante guerrillero Hugo Torres. Se trata de un video casero grabado momentos antes de que lo detuvieran: “Tengo 73 años, nunca pensé que en esta etapa de mi vida iba a estar luchando de forma pacífica contra una nueva dictadura. Hace 46 años arriesgue la vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega.”
Sus palabras calan porque se trata de generaciones de nicaragüenses que tomaron las armas dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para derrocar en 1979 a la dictadura de Anastasio Somoza. Ahora, 40 años más tarde, uno de los suyos se ha convertido en su perseguidor. Las elecciones presidenciales serán en noviembre venidero. Daniel Ortega se ha encargado de limpiarse el camino, Si hubiera elecciones limpias, no habría modo de que ganara.
El 27 de diciembre de 1974, Hugo Torres participó en un comando sandinista que asaltó la residencia de uno de los ministros de Anastasio Somoza Debayle, que permitió la liberación de un grupo de reos políticos, entre ellos Ortega, quien llevaba siete años en prisión. La acción mantuvo como rehenes a importantes miembros del gabinete.
La policía de Nicaragua la dirige Francisco Díaz, un consuegro de Daniel Ortega. En 2018, los uniformados mataron a unas 300 personas, la mayoría de ellas estudiantes universitarios por protestar contra el régimen. Nada parece detener al presidente de Nicaragua ante una comunidad internacional que parece muda y sorda. Nada dicen los expresidentes de izquierda en Latinoamérica que prefieren mirar hacia otro lado. México, un país que tradicionalmente no emite opiniones respecto a la situación en otros países, el pasado miércoles emitió un mensaje en el que manifiesta su preocupación por lo que sucede en Nicaragua. Un mensaje en redes sociales que se perdió casi de inmediato, sin repercusiones. La traición de Daniel Ortega es terrible y lo peor es que parece que nada lo detendrá.