Pareciera que existe una mayor presión por validación, por encima de la regeneración ambiental, urbanismo con perspectiva de género, o responder a la pandemia
Rodrigo Pantoja Calderón/ Profesor de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño, Tec de Monterrey Campus Querétaro.
En el 2000 durante la 7ma. Muestra de Arquitectura en la Bienal de Venecia, el lema fue “Más ética y menos estética”.
Aunque esta invitación a la reflexión sobre el futuro de la arquitectura podía convertirse en una “hoja de ruta” para el nuevo milenio, 21 años después, gran parte del gremio de arquitectos sigue más ocupados por reconocimientos superfluos, likes y seguidores en redes sociales.
Pareciera que existe una mayor presión por validación, por encima de la regeneración ambiental, urbanismo con perspectiva de género, o responder a la pandemia. Esta búsqueda de reconocimiento ante las verdaderas urgencias tiene un costo social que es pagado por los colaboradores cuyo trabajo no es correspondido ni valorado.
Ante los retos globales muchos arquitectos somos testigos silentes, pardos o indiferentes a estas situaciones. Aunque estos desafíos no son estrictamente arquitectónicos, los arquitectos en equipos multidisciplinarios podemos tener injerencia en las políticas, economía y prosperidad de las ciudades. Enfocarnos solamente a difundir fachadas arquitectónicas en publicaciones de “arquitectos para arquitectos” no agregará ningún valor.
No todo está perdido, ejemplo de ello son Zaida Muxí, o el Colectivo Punt 6 de Barcelona con la “creación de vivienda sin espacios jerárquicos y androcéntricos”. Asimismo, Bill Reed y Daniel Wahl han aportado positivamente por una regeneración ambiental alejados de gremios superfluos.
¿Qué podemos hacer como gremio? Es en momentos críticos donde se presenta la oportunidad de repensar nuestro rol y ser actores de una construcción más propositiva. Es imperante nuestra participación hacia la construcción de un mundo más asequible, equitativo, próspero y sustentable.