Fernando Islas
La oposición al presidente Andrés Manuel López Obrador tiene diferentes características, entre ellas está la falta de creatividad y propuesta y en especial la enorme capacidad para encontrar negativos a propuestas serias que ayudarían a la vida democrática del país. Hasta hace unos años, los blanquiazules eran críticos férreos de los gobiernos tricolores, por lo menos en el discurso, porque en el fondo siempre fungieron como grandes aliados políticos del partido que se instaló por más de 80 años en el poder, pero imaginando que hubieran actuado de manera congruente, la figura de revocación de mandato hubiera servido a la perfección para poner un alto al infame sexenio encabezado por Enrique Peña Nieto.
En el caso de los priistas que tanto señalaron los sexenios panistas, hubieran tenido la facultad de llevar al voto popular la permanencia en el Poder Ejecutivo de un genocida como Felipe Calderón. ¿Entonces por qué estas fuerzas políticas se oponen actualmente a una medida que le da el poder al pueblo de México de prescindir de los servicios del actual presidente? Fácil, ambos partidos saben que la aprobación que tiene AMLO es nunca antes vista y que el proceso de revocación de mandato, lejos de afectarle, lo va a fortalecer como parte de un proceso de legitimación con miras al proceso de transición del año 2024.
Esta próxima consulta no es resultado de la coincidencia o de la improvisación, sino de la lucha constante por brindarle a la ciudadanía la capacidad de definir el rumbo de la vida pública de México. Por esto y más, que venga la revocación, que el pueblo exhiba su apoyo o rechazo a la figura del presidente.